Oviedo, Eduardo GARCÍA

Casi el 55% de los encuestados (1.125 docentes de toda España) reconoce que la falta de respaldo de los padres de alumnos ante problemas de indisciplina escolar de sus hijos les genera un factor de incidencia negativa medio-alto o alto en su ánimo para afrontar la labor diaria en el aula y se convierte en la principal causa de «estrés de primer nivel» entre los profesores. El problema no sólo está en clase, como se ve, sino fuera de ella; y tanto, que se convierte en el que más preocupa a los profesores de Secundaria en nuestro país, según una encuesta nacional promovida por el sindicato FETE-UGT, que arroja resultados poco tranquilizadores.

Pero la problemática es variada. Un 49% reconoce que le producen estrés alto las agresiones verbales de los alumnos; un 47% se estresan ante la obligación de impartir clase a un elevado número de alumnos en clase; y porcentaje similar se da cuando se pregunta a los docentes por su malestar ante la necesidad de enseñar a personas que no valoran la educación. Cuarenta y cinco de cada cien profesores encuestados afirman que se estresan mucho ante situaciones de desconsideración por parte de los alumnos. Porcentaje especialmente alto es el de los docentes que reconocen alto grado de estrés cuando presencian agresiones entre los alumnos (casi la mitad de los encuestados).

Falta de apoyo familiar, escasa respuesta en los alumnos, demasiados escolares en clase, peleas entre los chicos y agresiones verbales y desconsideración hacia el profesor componen los seis factores de estrés de primer nivel según la encuesta, y en ellos anida buena parte del malestar docente, el paso previo al llamado «síndrome del profesor quemado».

Ante estos factores estresantes, unos lo llevan peor que otros. Pero los problemas inciden más en todos los casos en el personal docente femenino. La desconsideración del alumnado afecta más a los profesores muy jóvenes y, por tanto, con menos experiencia profesional. Por el contrario, las agresiones entre alumnos afectan de forma singular al profesorado de 41 a 50 años.

Hay factores estresantes de segundo nivel, según la opinión de los profesores. Aunque consideran que esos factores son más llevaderos que los anteriores, un 44% de los docentes españoles de Secundaria, tanto en centros públicos como privados concertados, reconoce que la necesidad de mantener la disciplina en la clase le genera un nivel de estrés alto, y porcentajes muy similares se producen con ese pulso permanente frente a los alumnos «para ver hasta dónde llegas». Más del 40% también se queja del salario bajo en relación con el trabajo que desempeña, aunque es evidente que el dinero no es la principal fuente de disgusto laboral.

«La mala consideración social hacia mi profesión», «el mal ambiente entre los profesores», «la carencia de información para enfrentarme con algunas situaciones» o «la falta de información acerca de lo que debo hacer» son elementos estresantes de tercer y cuarto niveles. Se puede vivir con ellos.

El estudio de FETE-UGT se detiene en las cuatro fases del profesor quemado:

1.-Etapa de idealismo y entusiasmo (expectativas e involucración laboral excesivas) con sobrecarga de trabajo voluntario. El incumplimiento de esas expectativas provoca un sentimiento de desilusión.

2.-Etapa de estancamiento: supone una disminución de las actividades cuando el profesor constata la irrealidad de sus expectativas y empieza a reconocer que su vida necesita algunos cambios.

3.-Etapa de apatía: es la fase central. Paralización de actividades y falta de interés. Problemas emocionales, conductuales y físicos. Aumenta el absentismo laboral y en algunos casos supone el abandono de la profesión.

4.-Etapa de distanciamiento: frustración crónica, sentimientos de vacío que pueden manifestarse como distanciamiento emocional y desvalorización profesional.