Según dijo ayer Jesús Menéndez Peláez, presidente de la Fundación Álvarez Viña, de acuerdo con la razón exclusivamente cervantina de la entidad, ésta, a lo largo del año, tiene dos fechas clave que conmemora de un modo especial: la primera está señalada por el nacimiento de Miguel de Cervantes, en septiembre, en torno a la festividad de San Miguel, y la segunda por su muerte, el 23 de abril. En su homenaje, la hispanidad celebra el Día del Libro.

A tal efecto, ayer, en el salón de actos del Antiguo Instituto, Ignacio Gracia Noriega impartió la conferencia «Si Cervantes no hubiera escrito el Quijote». En su presentación, Peláez dijo de Noriega que es un escritor prolífico, presente en la prensa diaria y en otros periódicos nacionales. Es novelista, historiador, crítico... Está licenciado en Filosofía y Letras por las Universidades de Oviedo y Madrid, vive en Sevares, y se considera a sí mismo un español atlántico. Su obra inédita es enorme, y está conceptuado como gran jovellanista.

Aparte de todo esto, servidora añade que Gracia Noriega es un sabio en toda línea, en este caso curva, síntoma inequívoco de su buen humor. Su erudición es desbordante, amena e irreductible, por mucho que se empeñe en mirar el reloj en sus alocuciones. Hizo, como diría Peláez, una auténtica radiografía de la obra de Miguel de Cervantes, con el agregado de recuento y fórmula, añade servidora. Gracia Noriega se mostró feliz de hallarse en el Antiguo Instituto: «Aquí me examiné de ingreso de Bachiller, en 1954, y fui al cine Robledo a celebrar el aprobado». En sus primeras referencias a Cervantes, manifestó que su obra no había logrado hacer escuela en España, pero sí en Inglaterra; es el padre de la novela inglesa. Al haber fallecido en la misma fecha Shakespeare y Cervantes sus paralelismos son múltiples e interesantes; por ejemplo, ambos escribieron en solitario y no fueron conscientes de la trascendencia futura de su trabajo, aunque representan la supremacía literaria occidental. Aunque Shakespeare se dedicó más al teatro y Cervantes a la novela, los dos cultivaron la poesía, aunque en Cervantes ésta no brilla en su verdadero valor por coincidir en el tiempo con genios como Calderón, Góngora, Quevedo, San Juan de la Cruz...

Azorín, un gran estudioso de Cervantes, sostenía que aunque éste no hubiera escrito el «Quijote», su grandeza de escritor habría trascendido igualmente ya que sus «Novelas ejemplares» son magníficas. Incluso el propio autor tenía el mayor aprecio su novela «Los trabajos de Persiles y Segismunda». La vida literaria de Cervantes se inició en la poesía, mediante un soneto dedicado a Isabel de Valois. Posteriormente, en Argel, escribe teatro, y al alcanzar la madurez se centra en la novela, considerada entonces un escalón inferior. Como novelista es innovador, moderno, logrando un equilibrio entre la fantasía y la realidad. Sus versos se intercalan en sus novelas y en ellos se encuentran ecos de Garcilaso de la Vega y fray Luis de León. Luis Cernuda defiende su poesía, la considera original y reflexiva. En cuanto a su teatro, Gracia Noriega destacó la trilogía de Argel y la «Tragedia de Numancia», estrenada en París en 1937 con enorme éxito. Según publicó Alejo Carpentier, «es el mejor autor después de Shakespeare». Y el antecedente del teatro épico de Bertolt Brecht, añadió Noriega.