Fotógrafo, realizador de «Víctor Cueto, n.º 3.438»

Gijón, J. L. ARGÜELLES

El fotógrafo y realizador gijonés Pedro Timón (1968) es el autor de «Víctor Cueto, n.º 3.438», una conmovedora película sobre un asturiano de Ceceda que sobrevivió al infierno del campo de exterminio de Mauthausen (Austria). La obra recupera, con gran pulso formal, una de las historias terribles que vivieron las víctimas de los fascismos.

-¿Qué es lo que le movió a hacer la película?

-Hay una historia inicial. Mi cuñado, el escritor Erich Hackl, que es austríaco, me llevó en 1980 a conocer Mauthausen. Yo tenía 12 años, y aquella experiencia me dejó marcado. Volví en 1990, pero fue a partir de 1995, después de hacer Fotografía en la Escuela de Artes y cuando ya había colaborado con varios periódicos. Empecé a escribir cosas y me publicaron un reportaje en «Cambio 16». Siempre quise hacer algo más amplio, relacionado con la memoria histórica.

-¿Qué le atrae de la figura de Víctor Cueto, porque por Mauthausen pasó un centenar de asturianos?

-No le llegué conocer, pero sí a su hija. Me llamó la atención que, tras la liberación, quedó a vivir a veinte kilómetros del campo. No podía volver a España y no le gustaba cómo les habían tratado en Francia. Tenía, incluso, un vecino que había sido de la SS (policía secreta nazi). Además, yo conocía a la familia gijonesa de Víctor, lo que me permitió dar una visión más completa de su vida. Quería contar cómo la Guerra Civil y la lucha contra los fascismos marcó la vida de aquellas personas.

-¿Qué dificultades encontró?

-Estuve diez años con la película. La conmemoración del medio siglo de la liberación de Mauthausen me marcó. A partir de ahí empecé a grabar en vídeo, lo que se nota en la película, donde hay imágenes en alta definición con esas otras más antiguas. Pero, bueno, mi pretensión era hacer algo que tiene que ver con el memorialismo, así que decidí utilizar ese material. La mayor dificultad estuvo en casar esa dificultad de los formatos y en lograr imágenes de época. En todos los campos hubo ciento ochenta y seis prisioneros asturianos. Me di cuenta que no se podían contar todas esas historias, que me hubiera dispersado, así que opté por centrarme en la vida de Víctor, que era la manera de contar la historia de todos los prisioneros.

-El escalofriante relato de su hija es fundamental.

-Sí. Me encontré con otra dificultad: la de seleccionar, porque tengo mucho material. Tengo ocho horas de entrevistas tan sólo con Silvia, la hija de Víctor. Creo que mereció la pena.

-¿Tuvo en cuenta otras películas del género, no sé, pienso en «Shoah», de Lanzmann?

-Quizás más «Noche y niebla», de Resnais, que es, a mi juicio, el referente máximo del género. «Shoah» tiene una documentación impresionante, pero «Noche y niebla» es un poema cinematográfico, hecho desde el guión escrito por un deportado de Mauthausen.

-Víctor Cueto pesaba 39 kilos cuando fue liberado.

-Los supervivientes se llamaban a sí mismos los mulsulmanes, por esa imagen de esqueleto andante. Sus vidas y las de sus familiares quedaron marcadas para siempre por la experiencia del campo. Le pasó a Víctor y a todos los deportados. La hija cuenta anécdotas muy reveladoras: la obsesión por la limpieza, por el orden riguroso, por no dejar nada de comida... Y cómo aprendió el alemán en el campo. He conocido supervivientes que han estado a tratamiento psicológico toda su vida.

-¿El caso de los miles de españoles que pasaron por los campos de exterminio nazis es suficientemente conocido?

-A partir del cincuenta aniversario empezó a hablarse del tema. La visita de Zapatero a Mauthausen en 2005 fue muy importante. Por primera vez, todos los medios de comunicación dieron importancia simultáneamente al asunto y al discurso del Presidente. La pena es que, después, la ley de Memoria Histórica quedó en un bluf. En Mauthausen y sus campos satélites hubo noventa y nueve asturianos. Tenemos cada vez más testimonios, aunque también hizo mucho daño el caso de Enric Marco, que era un falso deportado. Hay que tener mucho cuidado, porque da pie a los negacionistas.