Gijón, Víctor GUILLOT

Más de doscientas personas se pusieron a gritar cuando «Los Izquierdos», la nueva banda del Padre Karras y Txolo, comenzó a tocar sobre el pequeño escenario del Savoy Club. Ninguno de los dos había experimentado una recepción igual desde que se despidieran de los escenarios con la «Tuscany Valley Experience», aquel magnífico proyecto musical liderado por el guitarrista Rafa Kas. El grupo no se veía perfectamente conjuntado, pero al graderío no parecía importarle mucho. Los amigos y los fieles del Savoy querían escuchar a cuatro de los músicos más genuinos y carismáticos de Gijón, abrazados intensamente al sonido punk.

Al finalizar el concierto, el Txolo abandonó entre aplausos el escenario fingiendo ante el público que todo había salido bien. Se acercó a la barra y vio que Karras, empapado en sudor, alargaba la mano para aceptar una cerveza fría. No tardó mucho en vaciarla de un trago. Después, silencioso y dubitativo, se perdió entre el gentío. Hubo que esperar diez meses para volver a escucharlos, esta vez en El Barucu, en un concierto semiclandestino, dos días antes de que grabaran junto al productor Paco Loco su primer disco en El Puerto de Santa María, Cádiz. Cuatro meses después, mañana, viernes, presentan su primer elepé, «Que trabajen las máquinas», en la sala Albéniz. Apenas quedan entradas.

En alguna entrevista el Txolo asegura que «Los Izquierdos» nacieron en un bar producto de la promiscuidad musical del Tamar -guitarra líder de bandas como «Black Horde» y «Pantano»- y la tenacidad escénica del Padre Karras y él mismo -bajo y voz, respectivamente, y antiguos miembros de la mítica «Tuscany Valley Experience», y anteriormente de «The Trilobeates»-. En sus inicios, hace dos años aproximadamente, la formación se completaba con Paulino F. Berdiales, baterista de grupos como «The Gang», «Tuscany» o «Fe de Ratas». Su puesto sería posteriormente ocupado por Manu Maroto, un músico legendario de formaciones como «Kashmir» y «Banda Nocturna».

No era extraño que «Los Izquierdos» derivaran en una banda punk. Desde su adolescencia, tanto Marcos Manuel Cocaño Blanco, alias «Padre Karras», como Juan Miguel Álvarez, «Txolo», se habían sentido identificados con el costado impopular de la calle, la misma que gritaba sobre los escenarios de los años ochenta una rebeldía que provenía de la nada y no tenía conexión con ningún otro tipo de música. «Quizá fueron los años más felices, aquellos años de instituto. Éramos conscientes de que manejábamos un lenguaje propio, uno códigos que sólo nosotros comprendíamos. No es que viviéramos al margen de la realidad, simplemente comenzábamos a ser conscientes de una singularidad propia que a los demás les era ajena. Tocábamos sin plantearnos que aquel sonido podía gustar o no. Sin darnos cuenta, resultó que sabíamos tocar una guitarra. Aquello comenzaba a sonar», recuerda Txolo.

Marcos Cocaño Blanco, más conocido popularmente como el «Padre Karras», nació en Gijón en 1971. Hijo de un delineante de la Duro Felguera y de una ordenanza de geriátricos, su vida transcurrió en el barrio de El Llano. Alumno del Colegio Rey Pelayo primero y del Instituto Jovellanos después, consiguió graduarse en la Escuela de Peritos y hoy imparte clases de Diseño de Estructuras en la Universidad Laboral. La vida de Karras había transcurrido desde la infancia junto a su amigo Juan Miguel, al que todos han llamado desde entonces «Txolo Gioberti», en homenaje a su padre, Zoilo Álvarez Tejón, fallecido en el año 73, cuando Juan Miguel apenas tenía dos años.

A sus cuarenta, Txolo, hijo de una cigarrera, relata una adolescencia marcada por «la necesidad vital o el impulso de experimentar la realidad como un adulto». Su vida es mucho más espontánea que la de su hermano mayor, Alejandro, que ocupa el rol de hijo responsable, prudente y ordenado, según describe Txolo. Al finalizar el Bachillerato, los estudios de Veterinaria le trasladan a la Universidad de Lugo y durante cuatro años dedicará el tiempo a conocer el mundo.

Es probable que exista un hilo de oro que comunique la vocación musical del Padre Karras con la afición de su abuelo, saxofonista en la banda municipal de Sama y en la orquesta «Luna». En cualquier caso, a los 16 años comenzó a tocar el bajo influido por grupos como «Dead Kennedys», «The Clash», Elvis Costello, «Los Ilegales» o «Siniestro Total». En 1986 Txolo y Karras fundaron su primera banda: «Los W.C.». «Éramos colegas. Nos lo cocinábamos sin ayuda de nadie y nos lo pasábamos muy bien. Aprendimos a tocar sin lecciones de ningún tipo, cómo funcionaba un bajo, una guitarra o un ampli. Era un trabajo completamente autodidacta», asegura Karras.

En 1989, con la salida de Txolo de la banda, tras iniciar sus estudios de Veterinaria en Lugo, Karras inicia una nueva andadura en «Los Vendidos», una banda con pretensiones musicales más serias que versiona éxitos del rock and roll más puntero de la época y también interpreta sus propias canciones. César Moreno, Martín Campo Amor, «Johnny MePeino», y Jesús Rodríguez Lafuente, «El Patuqui», serán buenos maestros de los que Karras trata de aprender al máximo. Su etapa en «Los Vendidos» no pasará del año 92, cuando el nieto del saxofonista conoce a Gustavo Campos, «El Alacrán», «un genio capaz de conseguir cualquier cosa de una guitarra». Karras se une a su banda, «The Presence», de la que no se separará durante tres años. «Gustavo era un músico de verdad, que nos enseñó a aprender a través de la intuición».

El regreso de Txolo sin el título de veterinario marcó el comienzo de una nueva etapa. Unido durante un breve espacio de tiempo a los «Gin Lemon», no tarda en engancharse al Padre Karras, que toca en el grupo «The Trilobeates» canciones propias con un estilo enérgicamente pop. Simultáneamente, Karras es miembro de otra banda conocida como los «Be Noise», junto a un baterista procedente de la formación «Fe de Ratas» llamado Paulino, y un virtuoso de la guitarra eléctrica, melena y barba rojas al que todos conocen como Rafa Kas. Juntos versionan canciones hard rock de «Led Zeppelin», «Black Sabbath» o «AC/DC». Cuando «The Trilobeates» se disuelve Txolo se une a Paulino, Rafa Kas y el Padre Karras. «Be Noise» se convierte en la memorable «Tuscany Valley Experience», y su primer concierto tendrá lugar en la «Semana negra».

Rafa Kas es un tigre del rock, un guardián de la armonía. Respira la música, la domestica cada noche desde los escenarios. Es un obrero de la música y, sobre todo, un artista. «Nos enseñó lo que vale y lo que no sobre las tablas», recuerda Karras. «Estar con Rafa noches seguidas en el Savoy supuso dar un salto cualitativo muy importante, porque nos vimos tocando delante de 300 o 400 pollos que venían a nuestros conciertos por Rafa antes que por nosotros».

A finales de 2009 la «Tuscany Valley Experience» se extingue y sus cuatro miembros no volverán a coincidir juntos sobre un escenario salvo en momentos puntuales y con un sentido nostálgico. En los últimos meses de vida de la banda, el Padre Karras y Txolo comienzan a experimentar la necesidad de tomar otro rumbo. «La pena de Rafa ha sido su actitud hacia este negocio. Se le echa de menos una banda estable que le sirva para dar rienda suelta a sus proyectos. No sabemos por qué no acaba de hacerlo. Debería luchar por sus canciones, las que él ha compuesto a lo largo de los años», indica Karras. Estamos hablando de un guitarrista que tocó en el top de la música española en los años ochenta con bandas como «Los Ilegales», «La Unión» o «Toreros Muertos», al que parece que siempre le ha interesado más la música en directo que la grabación de un disco. A juicio de Txolo: «Karras, Paul y yo teníamos ganas de hacer algo nuestro, con canciones propias. En su momento, nos pareció inviable con el formato de "Tuscany", una banda pensada para el directo, para el Savoy o la "Semana Negra". Estábamos convencidos de que un repertorio propio no nacería con la misma facilidad».