Brillante, significativo, saturado de emociones, incluso histórico... Así fue el acto celebrado ayer en el salón del Antiguo Instituto, en que la Asociación de Antiguos Alumnos del mismo hizo entrega de sus premios: el «Campanil 2011», otorgado a la Universidad de Oviedo, mientras el «Antiguo Alumno Distinguido» recaía en José Luis Jorcano.

La disposición de la tribuna era divertida; en la mesa central, el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, acompañado de la alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, y del anfitrión de la ceremonia, José Miguel Fernández, presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos. En un rincón, como si estuvieran castigados en espera de una reprimenda, las eminencias. Por su orden, Esteban Fernández Rico, decano del Colegio de Ingenieros Industriales; Vicente Gotor, rector de la Universidad de Oviedo; el biólogo molecular, José Luis Jorcano, y por último el doctor en Medicina y Cirugía, Pedro Sabando. A todos ellos les fue dando la vez en su turno de oratoria la maestra de ceremonias Josefina Modia.

Abrió las intervenciones José Miguel Fernández, Chechu, señalando que nada mejor para celebrar el bicentenario de la muerte de Jovellanos que distinguir a personas o entidades que se empleen en la educación, base ineludible, según el propio pensamiento de Jovino, para el desarrollo de los pueblos. Dijo sentirse orgulloso del sinnúmero de genios emanados de las aulas del Instituto Jovellanos y tuvo palabras muy cariñosas para la Alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, a la que invitó a la merienda fraternal de cada 5 de agosto.

La Universidad de Oviedo fue glosada por otro pata negra, también formado en el Instituto Jovellanos, Esteban Fernández Rico, que remontándose al fundador, el arzobispo Fernando Valdés Salas, comentó que quizá éste no previera que de aquellos primeros colegios, San Gregorio y Recoletas, algún día se llegara a la hermosa realidad de hoy. La Universidad, nacida el 21 de septiembre de 1608, pasó por 4 etapas muy diversas; la peor corresponde a la Revolución de 1934, en que fue incendiada. Desde entonces su resurgir ha sido imparable hasta ser distinguida como Campus de Excelencia Universitaria. El rector, Vicente Gotor, fue el encargado de recibir el «Campanil». Su discurso se centró en explicar los proyectos que contempla el centro: máxima calidad investigadora, apuesta por la internacionalización, y avances en el bilingüismo como un medio para que sus titulados accedan al mercado internacional.

Pedro Sabando, al presentar a José Luis Jorcano, como siempre, lo bordó. Es su decir tranquilo, ordenado, y justo. Aunque dijo que no se ceñiría al currículum del premiado, fue imposible, dada su trascendencia.

Licenciado en Ciencia Físicas, hizo el doctorado en el Instituto Max Planck de Alemania donde se pasó a la Biología. Ha desarrollado una técnica para el tratamiento de grandes quemados en colaboración con el Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas), es director de ingeniería de tejidos en el mismo centro y también lo es del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos del Principado de Asturias. Y director de la Fundación Genoma España. Las queratinas forman parte de su vida. Recibió su premio, «Fachada del Instituto» de manos de Vicente Álvarez Areces y Chechu. «Premio más emotivo, imposible», dijo José Luis Jorcano al iniciar sus palabras, en las que recorrió su vida gijonesa, sus recuerdos del Instituto, donde todo se le dio bien menos las chicas. No nos lo creemos, es alto, guapo y simpático. Destacó la amistad y colaboración de Álvaro Meana, Pedro Sabando y Pedro García Barreno, otra eminencia presente.

La Alcadesa, en lo que sería su último acto público, y Vicente Alvarez Areces, se refirieron a los grandes avances tecnológicos conseguidos en Gijón, en la «milla del conocimiento» y en el campus de Viesques, y en la importancia de unir ciencia y política como un medio de servicio a la ciudadanía.