Presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid

Gijón, C . JIMÉNEZ

Fernando González Urbaneja, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Antonio de Nebrija, habló ayer en un curso de la Universidad de Oviedo sobre la visión de la economía pública desde los medios de comunicación. El ponente, titulado por la Escuela de Periodismo de la Iglesia y licenciado en Ciencias Políticas, es crítico con la baja conciencia del ciudadano con el gasto público e insta a los gobiernos a realizar un ejercicio de contención para frenar una nueva subida de impuestos. En cuanto al estado de la profesión, Urbaneja augura un año «muy malo», debido, en parte, a la pérdida de credibilidad de los medios ante la sociedad como consecuencia de una mala praxis profesional.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre la realidad de los medios de comunicación en un contexto de crisis?

-Da un mapa muy malo. Este año va a ser el peor de nuestra historia para los periodistas: no habrá aumentos de sueldo y seguirá habiendo despidos. En algunas empresas ya está habiendo reducciones en colaboradores, es decir, la cuerda se rompe por el lado más débil. Los meses de abril y mayo han sido muy malos desde el punto de vista de ingresos y creo que estamos entrando en lo que llamaríamos la segunda ronda del ajuste. Tuvimos una primera ronda muy dura en 2009 y el año pasado fue como más tranquilo.

-¿En cifras?

-Nosotros contabilizamos como dos mil despidos en 2009 y en 2010, unos doscientos, pero sospecho que este año vamos a contabilizar otra vez más de dos mil.

- ¿Es el momento de adaptarse a los nuevos soportes de comunicación con el ciudadano?

-Yo pienso que las tecnologías son una oportunidad, no un riesgo. Ahora bien, el problema que tenemos en la oferta a los ciudadanos no es por las tecnologías sino por la calidad de lo que hacemos. Es cierto que hay que explicar cosas más complicadas pero hay una pérdida de calidad y ha bajado la valoración del ciudadano, empezando por los periódicos de calidad, que son peores. El ciudadano se fía menos de ellos porque son más partidistas y arbitrarios, han perdido el foco del ciudadano pero ahí yo no echaría la culpa a las tecnologías ni a la crisis sino a nosotros mismos que somos en buena medida culpables.

-¿Cómo se puede recuperar la credibilidad perdida?

-Hemos llegado a la precariedad y a la crisis por un déficit de buena práctica. Si recuperáramos la buena práctica mejoraríamos la calidad y las condiciones laborales.

-¿Habría que retroceder a las universidades para buscar responsabilidades?

-La Universidad es un mundo y la profesión bebe de muchas universidades y de muchos saberes. Ahora mismo se están jubilando prácticamente todos los periodistas de las escuelas y facultades que comenzaron hace 40 años. La mitad de los titulados que salieron en este tiempo no se han dedicado al periodismo. Esta es una academia muy abierta que sirve para muchas cosas. Apenas hay gente de los medios que no sean periodistas de titulación cuando antes había preocupación con eso.

-¿La formación es apropiada?

-Yo creo que las facultades tienen que formar mejor. Me preocupa conseguir una mejor formación de los alumnos, más práctica. Por ejemplo, las asignaturas de ética y deontología han quedado en unas optativas de tercero y cuarto y yo quiero llevarlas a obligatorias de primero, para que se aprenda la naturaleza del oficio, sus elementos y exigencias para que los que no estén dispuestos a ello lo dejen.

-¿Qué papel juegan en ese objetivo las asociaciones de prensa?

-Modesto porque nunca han estado en el ámbito sindical, por tanto, no negocian condiciones de trabajo. Ese es un tema que probablemente habrá que revisar en el futuro. Pero sí que juegan un papel en el ámbito de la motivación, la reflexión y la deontología.

-En el capítulo la deontología y ética profesional, ¿qué opina sobre la plataforma Periodismo Ético Ya surgida al calor del movimiento 15M?

-A mí me parece bien. Han descubierto las viejas reglas del oficio otra vez. Todo lo que sea recuperar la ilusión y el movimiento es bueno.

-Los «indignados» también demandan una fiscalidad más justa.

-En este momento falta debate fiscal en España, el que hay es poco rico y muy poco intenso porque los partidos han hecho las mismas políticas fiscales durante los últimos 35 años. En lo que llevamos de historia de la democracia en España el gasto público ha venido oscilando entre el 35 y el 45 por ciento o el 50, que se llegó en algún momento.

-¿Cabe realizar algún cambio sobre esos márgenes?

-Decía Franklin que sólo hay dos cosas seguras en la vida: la muerte y los impuestos. Y en la historia de la humanidad desde que hay estado hay impuestos. Tradicionalmente han sido bajos, en torno al 10% en los países europeos y después pasó al 25%, cuando los estados empiezan a proporcionar eso que llamamos bienes públicos, infraestructuras, mercados... Desde mediados del siglo XX empieza a haber estados del bienestar que llevan la fiscalidad hasta límites del 50% en los países escandinavos y del 35% en los países con menos carga del estado del bienestar. Pero hoy no parece posible que la fiscalidad sobrepase el límite del 50 por ciento.

-La reforma fiscal es uno de los asuntos que más enfrenta a los partidos políticos.

-La verdad es que unos y otros están diciendo lo mismo. Zapatero, por ejemplo, cuando llegó al gobierno decía que nunca pasaría del 40% del PIB en gasto público. Ahora estamos un poco más altos si sumamos el déficit pero al PP nunca le he oído decir que vaya a bajar los impuestos por debajo del 30%, es decir, que si estamos entre un 33 y un 40 la diferencia entre unos y otros es pequeña. En realidad depende mucho de la coyuntura.

-¿Cuál es la consecuencia directa de la ausencia de debate fiscal en España?

-Una baja conciencia del ciudadano sobre el gasto público. Yo creo que el debate fiscal tiene que ser sobre eso porque el impuesto acaba siendo una consecuencia del gasto. Fuentes Quintana decía que gobernar es gastar pero en etapas de ciclo bajo como es este, gobernar tendría que ser decir que no, o no gastar. Ahora los nuevos gobiernos van a tener que decir que no. Esperanza Aguirre comentaba hace unos días que quiere bajar los impuestos y ahorrar en gasto público. El discurso es, por lo menos, coherente pero no veo a muchos políticos diciendo que no. Lo más cómodo es gastar, sobre todo, cuando lo haces del dinero de terceros.

-¿La salida a la crisis pasa por frenar el gasto público?

-Es un debate mundial pero en este momento pienso que en Europa la única salida a la crisis pasa por reducir el gasto público. Para nosotros no es algo elegible. Si decidimos gastar más, o nos subimos los impuestos, o nos endeudamos todos y subir los impuestos, en este momento, no parece posible. Este año en España necesitamos captar en los mercados 160.000 millones de euros en el sector público, de los que 60.000 son para financiar el gasto, por tanto, no nos podemos enfadar con los mercados.