Gijón, C. JIMÉNEZ

Podrían ser excelentes en su rendimiento académico pero ellos realizan una valoración negativa de su trabajo y de las relaciones con su entorno. Un estudio del grupo de Orientación y Atención a la Diversidad (GOyAD) de la Universidad de Oviedo dirigido por el profesor Francisco Martín para niños con altas capacidades detalla las dificultades emocionales, en las relaciones interpersonales y de funcionamiento social de este colectivo. La mayoría de ellos, tanto en su infancia como en la etapa adolescente, reconocen tener menos competencias sociales respecto a los niños sin alta capacidad. En algunos casos presentan «un mayor grado de timidez o ansiedad social que sus iguales», explica la investigadora Eugenia Martín Palacio.

Ambos investigadores participaron ayer en una sesión informativa para las familias de niños con altas capacidades en la que se dieron a conocer los resultados del proyecto «Una personalidad eficaz en la alta capacidad». El estudio señala que las diferencias entre uno y otro grupo de población (los niños que tienen esta cualidad y los que no) son más marcadas a medida que se hacen mayores. «Se apartan de su grupo en ciertas ocasiones y se podría hablar de un cierto aislamiento», explica Eugenia Martín. Lejos de lo que pudiera pensarse acerca de la vinculación de la alta capacidad con un potencial intelectual alto, el responsable del grupo de Orientación y Atención a la Diversidad señala que «aunque un chico con alta capacidad sea más propicio a desarrollar altas competencias, si éstas no se desarrollan pueden quedar totalmente mermadas». Por ello, animan a realizar una «intervención directa» en los colegios para se cumpla el objetivo de lograr un desarrollo integral de la personalidad del alumno, pero no sólo en los contenidos académicos «sino también en habilidades personales y sociales».

Las conclusiones globales del estudio sobre las necesidades educativas y emocionales de estos niños señalan que el colectivo de altas capacidades sí percibe un mayor apoyo social de su entorno pero, en cambio, su retraimiento social es mayor que el resto de sus compañeros de edad y tienen tendencia a la introversión, dificultad que es igualmente detectada por sus padres.

Por sexos, el informe señala que las chicas presentan un mayor interés o preocupación por su aspecto físico que sus iguales sin alta capacidad en la adolescencia. Los chicos, sin embargo, son más vergonzosos y demuestran mayor nerviosismo o miedo ante situaciones sociales. No obstante, ambos sexos puntúan más alto a la hora de sentirse capaces en la resolución de problemas. «Pero tienden a ignorar el problema en vez de enfrentarse a él, desentendiéndose o negando los conflictos», concluyen los investigadores.