Oviedo, M. S. MARQUÉS

La fusión de tango y flamenco con acompañamiento de música sinfónica conquistó ayer al público ovetense que asistió en el Auditorio de Oviedo a la celebración del «Día europeo de la música». Fue un programa especial con duende y bandoneón. La OSPA compartió escenario en «Tango sinfónico» con un instrumento tan argentino como el bandoneón, una voz flamenca como la de la cantaora Rocío Márquez y la calidad vocal de José Manuel Zapata. Entre todos mostraron al público lo sencillo que es lograr una buena conexión cuando se parte de una calidad indiscutible. El chorro de voz del tenor José Manuel Zapata al entonar «Mi Buenos Aires querido» puso sobre aviso de que la velada no iba a defraudar. Y así fue, porque lo de la cantaora Rocío Márquez fue un derroche de facultades, de poderío, sin que por eso faltaran sentimiento ni dulzura.

La voz con duende de la cantaora elevó con el tango «Nostalgia» la temperatura de un concierto repleto de emociones y de viejos temas sobre los que la figura de Gardel sobrevoló en varios momentos para refugiarse en la melancolía porteña del bandoneón de Omar Massa. Espléndido sonó «El día que me quieras», que Zapata y Márquez hicieron a dúo con una orquesta dirigida con maestría por Amargós.

La sesión cogió especial impulso casi en su tramo final. Tras cantar «Mano a mano» solo con acompañamiento de guitarra, Zapata atacó el imperecedero «Cambalache», retrato preciso del siglo XX que también refleja con fidelidad el XXI, como el propio intérprete puso de relieve. Luego, Zapata y Márquez hicieron juntos «Volver» -dedicado a la cantante ovetense Ana Nebot, con quien el tenor ha compartido escenarios-, «Cuesta abajo» y «Caminito». A las solicitudes de bises respondió Márquez con dos fandangos de temblar, y Zapata con la copla «Te quiero más que a mi vida», con el director Joan Albert Amargós al piano, y con la que la voz del tenor volvió a dar réplica contundente al espectador que al comienzo del concierto protestó contra la amplificación.