Oviedo, Raquel DÍAZ

«Estoy muy emocionada, pero aún no soy consciente de la importancia de este momento». Así responde Carmen María Fernández, profesora de Pedagogía en la Universidad de Oviedo, cuando se le pregunta qué sintió al acompañar ayer al Papa en su camino al estrado, durante el encuentro con 1.500 jóvenes profesores universitarios.

Durante unos minutos, Carmen Fernández estuvo muy cerca del Pontífice. Aprovechó, según cuenta a LA NUEVA ESPAÑA, para «darle las gracias por poder verlo en España» .

Sólo cuatro profesores, entre ellos nuestra protagonista, escoltaron al Papa. «Es un privilegio para mí, por eso en cuanto me lo propusieron no dudé un instante», comenta. El proceso de selección empezó con un sorteo entre las universidades públicas españolas, y una de las elegidas fue Oviedo. Había sólo dos requisitos para el profesor: debía ser menor de 40 años y estar doctorado. Carmen Fernández, que además forma parte de la Asociación de Profesores Católicos Santa Catalina, fue la elegida.

La pedagoga ovetense reconoce estar todavía «en shock», ya que «vivir ese momento, rodeada de tantas personas con las que compartes profesión y creencias, es algo muy emotivo», y añade que lo que más le llegó del discurso del Papa fue «su insistencia en que fuéramos más allá del carácter utilitario de la educación. Nos ha recordado que muchas veces los profesores nos olvidamos de que los alumnos son también personas». Sus palabras fueron «muy especiales y personales, no fue un discurso común» precisa.

En los momentos previos a su encuentro con el Pontífice, la pedagoga era «un manojo de nervios». «Antes de acompañar a Benedicto nos dieron unos cuantas normas de protocolo relacionadas con el saludo, pero nos dejaron total libertad para decirle lo que quisiéramos» afirma.