Gijón, Olaya PENA

Conoció a Antonio Gades a los diecisiete años, cuando empezó a formar parte del espectáculo de flamenco de «Bodas de sangre», de la obra homónima de Lorca. Hoy, treinta años más tarde, Stella Arauzo dirige la compañía Fundación Antonio Gades, del bailarín del que fue discípula, fallecido en 2004; y0 se encuentra inmersa en los ensayos de la obra «Carmen», que se estrena en el teatro Jovellanos hoy a las 20.30 horas.

La bailarina y coreógrafa afirma que, desde que entró en el elenco de «Bodas de sangre» supo que ése era «el mundo en el que quería estar y que quería ofrecer toda mi vida al baile». Sobre todo, porque «aquellos primeros años con Gades significaron mucho para mí». Reconoce que aprendió del mejor, y, aunque a veces Gades «era algo estricto, duro y con una disciplina muy férrea, tenía las ideas muy claras y te lo hacía todo muy fácil, porque tenía el don de sacar lo mejor de tí, te daba toda su luz. Era una persona muy humana».

Y de aprender de Gades, casi de la noche a la mañana, Arauzo se encontró dirigiendo la compañía de su maestro. Para ella es un honor que nunca se hubiera imaginado, y recuerda que, cuando le propusieron la dirección no sabía dónde se estaba metiendo: «yo iba como un toro, para adelante. Y echando la vista atrás me doy cuenta de que es un trabajo duro, aunque en el momento no me lo parecía». Y es que la coreógrafa y bailarina reconoce que el flamenco en escena es muy difícil, «porque es pura verdad, y si pierdes el hilo de esa verdad que estás mostrando, la gente lo nota. En el flamenco hay que volcarse mucho, dejarse la piel para despertar la chispa en el público».

Cuando habla del flamenco, se apasiona; lo ve como «puro sentimiento, por eso es por lo que es tan valorado dentro y fuera de España. El flamenco te arrastra, sientes el desgarro de la persona que lo está transmitiendo, te conmueve». Y como el que fue cocinero antes que fraile sabe lo que se guisa en la cocina, Arauzo, que antes de meterse de lleno en la dirección se metió muchos años, también de lleno, en el personaje protagonista, conoce muy bien como es Carmen: «Es un personaje muy interesante, con muchos matices: tiene fuerza, pasión, entrega, libertad... es un caramelo para cualquier bailarín. Carmen está constantemente creando belleza y magia estética».

De lo que se podrá encontrar el público en el Jovellanos esta tarde, la directora comenta que, «esta obra, pese a ser un clásico de la danza, es intemporal, marcó un antes y un después dentro del flamenco por su gran sentimiento, gracias al clímax de las escenas. Tiene la esencia del flamenco minimalista, busca transmitir mucho con lo mínimo. Se muestra una Carmen desnuda de artificios, muy cinematográfica gracias a la aportación de Carlos Saura».

Arauzo, nacida en Madrid, reconoce estar encantada de venir a Asturias «por la comida, los paisajes, la gente...». A la compañía, dice, le encanta venir al norte y considera que pensar que el flamenco es sólo para los del sur, es sólo un mito. La bailarina y coreógrafa afirma que este año, que además coincide con el 75 aniversario del nacimiento de Gades, «está siendo muy completo y el público está acogiendo la obra muy bien». Y en Gijón no será menos, pues en el Jovellanos las entradas están a punto de agotarse.