El nombre de Rosina Gómez-Baeza para regir los destinos del Centro de Arte y Creación Industrial de Laboral, un proyecto ideado por Jorge Fernández León y firmemente apoyado por Vicente Álvarez Arces, sonó mucho antes de que el Principado convocara un concurso público y un comité de afamados expertos decidiera que el proyecto de la asturiana era el mejor. Entonces, Rosina Gómez-Baeza, una mujer con indudable proyección en el mundo de la gestión cultural -había dirigido la feria de arte internacional Arco- parecía la persona adecuada para poner en marcha el primero de los grandes proyectos «estrella» de la gestión cultural del Gobierno socialista de Areces.

Gómez-Baeza, tenaz y optimista, rodeada de un fiel equipo y con un primer comisario jefe que el tiempo demostró fallido, el artista austriaco Erich Berger, tendrá siempre el mérito de haber dado personalidad a un centro pionero en España, que nació de espaldas a Asturias y a los asturianos y que sólo ahora, tras casi cinco años de intenso trabajo y la incorporación del nuevo comisario, el parisino Benjamin Weil, empieza a asentarse.

En marzo de 2009, Laboral logró su primer gran éxito internacional al exponer en el Centro para el Arte y la Tecnología de Karlsruhe (ZKM), en Alemania, el museo en el que se había inspirado, «Banquete, nodos y redes». Al año siguiente, Francesca Thyssen exponía en Gijón parte de su colección de vanguardia, una muestra que marcaría el inicio de una serie de exposiciones mucho más interesantes y sugerentes que las de la etapa anterior. El fichaje de Weil, que logró sortear por méritos propios al candidato inicial del Principado, ha dado a Laboral una nueva visión y apertura al mundo artístico de la modernidad. Sorprende que en el comunicado difundido ayer por el centro no se haga ninguna mención a su tarea.

La asignatura pendiente del centro de arte sigue siendo el público. Las cifras oficiales hablan de 645.000 usuarios, pero la realidad es que cuando se visitan las exposiciones se hace el recorrido prácticamente en soledad. La propia Rosina Gómez-Baeza lo admitía el pasado abril, en una entrevista en este diario: «Quizás aún no hayamos conseguido del todo la proximidad con nuestras audiencias inmediatas, aunque estamos creciendo».

Los talleres de formación, la investigación y la producción son, junto a la incorporación de artistas asturianos, otros aspectos que deben tenerse en cuenta a la hora de hacer balance.

Dicho esto, es necesario añadir que ninguna institución cultural de los gobiernos de Areces, hasta la llegada del Centro Niemeyer, estuvo más apoyada económicamente. Su presupuesto de este año, 2,4 millones de euros, es un lujo en Asturias. Como lo es el sueldo de Gómez-Baeza, 120.000 euros anuales. Su despedida debe ser educada y agradecida.