Madrid / Oviedo, Efe / P. Á.

Un equipo internacional de investigadores, con participación asturiana, ha logrado corregir una mutación genética de humanos -en este caso vinculada a la cirrosis- sin ocasionar, por primera vez, alteraciones secundarias.

Ésta es la principal conclusión de un estudio publicado en la prestigiosa revista «Nature» y liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge y del Instituto Wellcome Trust Sanger, ambos del Reino Unido. Un trabajo que «acerca más» a la práctica clínica las esperadas terapias celulares personalizadas.

La participación asturiana está protagonizada por el bioquímico Ignacio Varela (Oviedo, 1981), discípulo del catedrático de Biología Celular de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín. Varela trabaja actualmente en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria, centro mixto de la Universidad de Cantabria y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El científico asturiano subrayó que es la primera vez que se corrigen en ratones e «in vitro», sin dejar alteraciones secundarias, células pluripotenciales inducidas (reprogramadas) de un paciente humano. A juicio de Varela, estos resultados son de gran interés para la terapia génica, un procedimiento que consiste en extraer células de un paciente, reprogramarlas para que se conviertan en células pluripotenciales (capaces de crear otros tejidos del cuerpo), corregir en el laboratorio el daño genético que pudieran tener y reintroducirlas en humanos ya diferenciadas.

El reto de la terapia génica consiste en reparar órganos dañados a partir de células del propio paciente reparadas en el laboratorio. Según Ignacio Varela, ya se ha demostrado que es posible extraer células de un paciente y reprogramarlas (en estudios anteriores se había logrado transformar células de piel en células pluripotenciales).

Sin embargo, uno de los mayores problemas a los que venía enfrentándose la comunidad científica era que esta manipulación genética en el laboratorio producía alteraciones secundarias.

Con el trabajo que ahora publica «Nature», en el que se ha conseguido corregir limpiamente una mutación genética, «se soluciona uno de los mayores problemas que existía en la terapia génica», lo que «permite seguir investigando en esta línea» hasta que sea posible aplicarla en humanos y no sólo en ratones y en el laboratorio, enfatiza el bioquímico asturiano.

Para realizar este trabajo, los investigadores utilizaron como diana una variación de un gen (alfa-1-antitripsina) activo en el hígado. Las personas con este gen mutado no pueden expulsar correctamente una proteína que protege frente a la inflamación excesiva, que queda así atrapada y genera a la larga cirrosis hepática.

Los investigadores han corregido con éxito la citada variación genética en una línea celular de células pluripotenciales inducidas que contenía la mutación. Se usó tejido humano con ese daño en el gen (alfa-1-antitripsina) y, una vez reparado, se introdujo en ratones, logrando corregir las células sin dejar alteraciones secundarias y permitiéndolas convertirse en células hepáticas sin ningún tipo de daño genético. Para ello, según el investigador ovetense, se empleó una especie de «tijera molecular» para cortar el genoma en el lugar preciso e insertar allí la versión correcta del gen.

Ignacio Alejandro Varela Egocheaga, hijo de médicos, estudió Químicas. En el año 2008 defendió una tesis doctoral sobre las conexiones entre el envejecimiento acelerado y el cáncer dirigida por Carlos López Otín y José María Pérez Freije, profesor titular de Biología Molecular de la Universidad de Oviedo.

Ya convertido en doctor, Ignacio Varela se trasladó al Instituto Sanger, donde participó en diversas investigaciones valiosas, entre ellas la que ahora ve la luz en «Nature», una revista de primerísimo nivel en la que ya ha estampado su firma en varias ocasiones. Además, desde el Sanger, Varela colaboró con el grupo de Otín en la secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica, la forma de leucemia más frecuente en los países occidentales. Este trabajo se enmarca en el programa de investigación sobre el cáncer más ambicioso de todos los tiempos, actualmente en marcha, en el que el grupo del catedrático asturiano está realizando una contribución muy notable.