Gijón, Miriam SUÁREZ

«La situación política es desesperada. Dicen que hay crisis. Pero crisis las hubo siempre... en el Tercer Mundo. Ahora vienen a por nosotros». Guillermo Toledo hacía el comentario en el vestíbulo de la Escuela de Hostelería de Gijón, poco antes de presentar su libro «Razones de rebeldía». Ya se podía aventurar que el acto no iba a dejar títere con cabeza. Y así fue.

Las ideas de Guillermo Toledo, más conocido como Willy Toledo, no son políticamente correctas. Pero el actor, y activista practicante, no se caracteriza por morderse la lengua. Ni en el papel ni a pie de calle. «Si no tenéis pasta para comprar el libro, lo podéis piratear sin problema. Está a vuestra disposición», soltó justo antes de dar la palabra a un público que desbordaba el salón de actos de la Escuela de Hostelería.

La bofetada iba directa a la cara de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), que «tantos privilegios ha conseguido del Gobierno». No son nuevas las opiniones de Willy Toledo sobre la «ley Sinde», el canon digital o «la persecución fascistoide de los top manta». Ni tampoco sus críticas a los colegas de la escena cultural que apoyaron al presidente Zapatero -«los de las cejas»- para luego «recoger beneficios, porque nada es gratis».

Esos que, tras manifestarse contra la guerra de Irak, «ahora hacen un ridículo espantoso defendiendo lo ocurrido en Libia». ¿Cuál es la diferencia?, le preguntaron desde el patio de butacas. «Que entonces gobernaba el PP y ahora, con Libia o Afganistán, gobierna el Partido Socialista, por eso la izquierda está escondida debajo de una piedra», respondió de inmediato el actor.

Su libro, el primero que firma, es la «transcripción prácticamente literal» de cinco días de conversaciones con el periodista Pascual Serrano. La presentación de ayer, organizada por la Sociedad Cultural Gijonesa y la Corriente Sindical de Izquierda, abundó en la visión que Willy Toledo tiene de la actualidad española e internacional. Nada halagüeña, por cierto. «Hay 800 razones y ejemplos para decir que ésta no es una democracia», sentenció. Empezó por la ley de inmigración -«del terror», en su opinión- y acabó por la ley electoral española, «profundamente injusta». En medio, críticas a los sindicatos mayoritarios que «firman la rendición de los trabajadores una vez tras otra»; «a las muertes que todavía se producen en las Comisarías»; a «las guerras imperialistas»; o al hecho de que «se inyecten millones a los bancos y se los estén repartiendo los consejeros».

Males del capitalismo con los que ayer se despachó a gusto. «Las multinacionales están explotando a los trabajadores que las hacen multimillonarias. Y, en Andalucía, mientras los jornaleros lo pasan mal, a la duquesa de Alba, la segunda mayor terrateniente de Europa después de Isabel II de la Gran Bretaña, le conceden medallas al mérito», espetó durante su intervención, provocando risas cómplices entre los asistentes a la presentación del libro.

Al Sindicato de Obreros del Campo de Andalucía irá la mitad de los beneficios que se recauden con la venta de «Razones para la rebeldía», que edita Península y prologa el ex dirigente comunista Julio Anguita. Willy Toledo «no se solidarizan sin más; él se implica en las causas», le describía el sindicalista Cándido González Carnero, encargado de presentar y moderar el acto junto al presidente de la Cultural Gijonesa, Fernando García Noval.

Viajó en la flotilla a Gaza, se trasladó a Marruecos con la activista del pueblo saharaui Aminatu Haidar y se sentó con los indignados del 15-M en la Puerta del Sol. «Nuestros enemigos no son Otegi, Gadafi, Hussein o Bin Laden; son Zapatero, Chacón, Sarkozy... No hay banda terrorista más criminal que la OTAN o el Pentágono», sostiene. Y añadió: «Obama es producto de una campaña de marketing como la Pepsi-Cola, lo mismo que el Rey o Felipe González».

Su receta para cambiar el mundo: «El movimiento del 15-M tiene que dar un paso más allá. Con manifestaciones y tambores no los vamos a parar. Habrá que ocupar uno o dos bancos, pacíficamente siempre que sea posible. Aunque, si te parten la cara, habrá que responder con alguna hostia», propuso Toledo antes de despedirse de una ciudad «con una heroica historia de lucha social».