Oviedo, Javier NEIRA

Un periplo por Finlandia, Noruega y Escocia -en orden inversamente cronológico- sirvió para inaugurar, ayer noche, en el auditorio de Oviedo, la nueva temporada de las Jornadas de Piano «Luis G. Iberni». El maestro Marzio Conti, al frente de la orquesta Oviedo Filarmonía y el pianista Iván Martín ofrecieron un programa archiconocido -prueba de su calidad, no de programaciones monótonas- con Sibelius, Grieg y Mendelssohn. Las tierras del Norte abrieron un ciclo que cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA.

Como entrada, un plato fuerte: el poema sinfónico «Finlandia», de Sibelius, con un arranque tan poderoso del metal que, parafraseando a Woody Allen, se diría que oyéndolo apetece liberar al hermoso país nórdico. Un himno de cabo a rabo. Con sólo 57 profesores, Conti logró que pareciesen casi noventa.

Después, el concierto para piano de Grieg. Iván Martín, clase supra internacional, bordó una obra que todo el mundo sabe de memoria, con tres temas principales -uno por movimiento- verdaderamente inmortales y tal fuerza que al acabar el primer tiempo se llegaron a escapar algunos aplausos y es que la cadencia no fue para menos. Los otros dos movimientos, muy contrastados -uno para enamorar, el otro para triunfar-, sirvieron para que una orquesta carbayona conducida por un maestro florentino y con un solista canario firmasen una actuación excelente. Como propina, la transcripción de una coral de Bach que Martín llevó a la máxima belleza.

En la segunda parte del concierto, la Sinfonía «Escocesa» de Mendelssohn, beethoveniana, descriptiva de verdes y brumas y con esa grandeza asequible, propia del compositor alemán. Marzio Conti y Oviedo Filarmonía ofrecieron una versión sólida, seria, grande y, claro, muy ovacionada por el respetable.