El cambio de hora es un pequeño jet lag que a una persona sin ningún tipo de enfermedad no le afecta en gran medida y que se resuelve, se adapta, en no más de 72 horas. «Está calculado que en aproximadamente tres días se corrige una hora de cambio», apunta el doctor Julio Pascual, director de Neurociencias del Hospital Central de Asturias (HUCA). Es una conclusión general, aunque hay una variación importante en personas que padecen ciertas patologías.

El médico del HUCA descifra las claves del cambio horario, que la pasada madrugada hizo su revisión semestral atrasando una hora los relojes (a las tres de la madrugada eran las dos). Se hace fundamentalmente para ahorrar energía, un mecanismo que está en marcha desde 1974. Pero, ahorro al margen, (se calculan más de doscientos millones sólo en consumo en los hogares) ¿tiene efectos fisiológicos?

El doctor Pascual y la mayoría de expertos entienden que así es, aunque de manera acusada sólo afecta a gente con determinadas enfermedades. Hay un factor esencial, el sueño, que, a su vez, produce alteraciones en personas propensas a trastornos específicos. «Si no hay determinadas patologías no hay ningún problema», apunta Julio Pascual, que añade que el cambio de hora «es determinante en personas con enfermedades donde el ritmo del sueño es fundamental. En este tipo de trastornos una hora es mucho tiempo». Por ejemplo, matiza el doctor: «La depresión tiene mucho que ver en el cambio del sueño, también el párkinson, la demencia o la migraña». «Con estas alteraciones dormir un poco más o menos afecta», indica el médico.

Efectivamente, el doctor Pascual da una importancia vital al sueño y lo explica con las fases del cerebro durante el descanso: «Hay una razón fundamental: el sueño no desactiva el cerebro siempre; hay áreas que siguen activadas. La gente depresiva necesita entrar en la fase REM». En español REM es «movimientos oculares rápidos», es decir, la fase del sueño de mayor intensidad. «Digamos que ésta es la fase en la que el cerebro se recarga», describe el neurólogo. «Por eso cuando la gente no entra en la fase REM al día siguiente está cansada. Y eso tiene unas consecuencias, como que si no duermes bien te deprimes», asegura el doctor.

Hay expertos que apuntan a asuntos hormonales, que aclara el director de Neurociencias del HUCA: «Claro que tiene que ver con las hormonas. Todo está regulado por hormonas. Precisamente, la función de la fase REM es rellenar de hormonas el cerebro para mantener su estado». Y pone un ejemplo didáctico. Si no entras en la fase REM es como si no cargaras la batería. El sueño tiene cuatro fases y cuando se activa y carga neurotransmisores es en la fase REM.

Dice el doctor Pascual que es «exactamente el efecto de «un pequeño jet lag en el que intervienen los factores horarios y la luz». Eso provoca, sobre todo en la gente con los desfases descritos por enfermedades, que tenga que adelantar las comidas, la cena, por ejemplo, y a su vez hace que cambie el horario del sueño.

Para resumir las consecuencias del ya célebre cambio de hora, Julio Pascual centra las alteraciones importantes en los grupos de pacientes señalados, a los que este cambio les puede producir un desajuste de varios días, «entre cinco y siete», concreta. Y, como conclusión final, insiste en el sueño: «Es como cargar un depósito. Y uno no lo consigue sin entrar en la fase REM».