¿Quién fue Steve Jobs? El recientemente fallecido fundador de Apple es conocido como el padre del iPhone y el iPad, pero poco se sabe del ser humano detrás de esa fachada. ¿Cómo encajan las piezas del puzzle que convirtieron a un tímido niño adoptado en un admirado visionario de la tecnología? La respuesta podrá leerse a partir del viernes en castellano (Mondadori).

"Steve Jobs. La biografía", aspira a ofrecer una mirada íntima del genio de Apple, un texto que sea homenaje y retrato sincero a la vez.

El propio Jobs dio más de 40 entrevistas para el libro, en el que hablan además muchas de las personas que se cruzaron en su camino. A menudo también las que resultaron heridas.

Su biógrafo, Walter Isaacson, ex redactor jefe de "Time" y jefe de la CNN, ha escrito antes sobre grandes figuras históricas como Albert Einstein, Benjamin Franklin y Henry Kissinger. Y ahora cree haber encontrado la respuesta al enigma Jobs en la infancia del fundador de Apple.

Con seis o siete años le contó a una niña del vecindario que era adoptado, recuerda Jobs. "¿Es que tus padres no te querían?", preguntó ella, brusca. Cuando llegó llorando a casa, sus padres adoptivos le aseguraron que lo habían elegido ellos mismos porque era algo especial.

"Abandonado. Elegido. Especial". En esas tres premisas encontró Isaacson el motivo central de la vida de Jobs, el que le permitió cambiar el mundo y posiblemente también el que precipitó su muerte. Y es que el genio de Apple creyó en un primer momento que podría derrotar al cáncer con la acupuntura y la medicina natural.

El éxito deparó miles de millones de dólares a Apple, pero la biografía deja claro que el motor de Jobs era sobre todo su obsesión por la perfección. Con ella consiguió elegantes y finos productos, pero también llevó a menudo a la desesperación a la gente que le rodeaba.

A finales de los 90, por ejemplo, cuando Apple bordeaba el precipicio, Jobs casi cancela la presentación del primer iMac porque la computadora tenía una unidad de CD con un dispositivo de abrir y cerrar en lugar de una ranura para introducir los discos. Y en el caso del iPhone se cambió en último minuto el marco.

También se cuenta un episodio inverosímil de 2009, cuando Jobs estuvo al borde de la muerte por complicaciones tras su transplante de hígado. Sus hijos temían lo peor al lado de su cama y Jobs, apenas consciente, se negó a ponerse una mascára respiratoria porque no le gustaba el diseño. Y propuso a los médicos tres posibles modelos nuevos.

El libro revela también la dureza de los últimos años de Jobs. El tumor en el páncreas había sido extirpado en 2004, pero el cáncer había alcanzado los órganos vecinos. El cuerpo de Jobs era como un campo de batalla en el que la enfermedad iba ganando terreno. Padecía dolores fuertes y perdió el apetito, algo que, sumado a sus transtornos alimentarios de toda la vida, lo debilitó y lo hizo perder cada vez más peso.

Cuando Isaacson lo visitó en agosto para elegir fotos para el libro, el fundador de Apple ya no tenía fuerza para ir del sofá al armario. La conciencia de su propia impotencia frente al cáncer lo convirtió además en una persona irritable y depresiva.

Así como no fue un paciente sencillo, Jobs era a menudo también un jefe insoportable. Colérico, brusco, a veces incluso cruel. "Aprendí rápido que te hace pedazos si no apoyas su opinión", cuenta Tim Cook, el manager al que Jobs confió finalmente su legado al frente de Apple. "Soy así", respondía el propio Jobs a las críticas. Al mismo tiempo, sus colegas y socios lo admiraban por su capacidad de reconocer de inmediato el potencial de una idea y de motivar a la gente para dar lo mejor de sí.

Jobs sabía que era de trato difícil en el día a día. Admiraba a su esposa, Laurene, porque era consciente de la vida con él no era un "cesto de cerezas", como lo definió alguna vez. Muchos de los que estuvieron más cerca a él no se arreglaban con su forma de ser, encantadora un día y fría y repelente al siguiente.

Apple era su vida. Incluso al final, cuando intentaba pasar mucho tiempo con su familia, su trabajo y sus demonios no lo abandonaban.

Pero la biografía muestra también a un Jobs muy humano, uno al que le caían las lágrimas por las mejillas cuando recordaba a una antigua amante o el vigésimo aniversario de su boda.

Su imagen, sin embargo, era a menudo la de alguien arrogante y frío. Era capaz de ignorar lo que no le gustaba, ya fuera el cáncer o el embarazo de su novia cuando él tenía 23 años. Tiempo después consiguió tener una relación con su hija Lisa, pese a que ésta fue complicada hasta el final. A Isaacson le confesó que le hubiera gustado haber reaccionado entonces mejor a la situación.

Algunas historias sobre su lado más oscuro quedan sin esclarecer en el libro, por ejemplo la interrogante de si de verdad escatimó a su amigo Steve Wozniak parte de sus honorarios en sus años de juventud. El libro, sin embargo, está lleno de anécdotas que dan al lector la impresión de obtener una vista privilegiada tras los bastidores del Silicon Valley.