Oviedo, P. R.

El pasado miércoles, en la conferencia inaugural del congreso, el bioquímico e investigador Carlos López-Otín, catedrático de la Universidad de Oviedo, hablaba del soporte molecular de la vida, las entrañas del ser individual. Ayer, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, catedrático de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense e investigador en Atapuerca, lo hizo de la evolución humana. Ambos investigadores apuntaron un dato científico relevante: apenas un 1 por ciento de genes diferencian al chimpancé del ser humano, pero ese porcentaje es suficiente para marcar esa diferencia.

En una charla de apenas tres cuartos de hora Arsuaga efectuó un rápido recorrido por la evolución, en el que tuvo la «osadía», dijo él mismo, de responder a las tres grandes preguntas de la filosofía: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos.

«Las dos primeras tienen la misma respuesta. Somos producto de la evolución, estamos hechos de tiempo. Nuestra naturaleza es el resultado de cambios evolutivos», afirmó. Y añadió: «Gracias a la paleontología nos convertimos en una especie con biografía, la Prehistoria son viajes en el tiempo hacia el pasado».

Arsuaga hizo un repaso histórico a la investigación de la evolución humana, desde «El origen de las especies» de Charles Darwin hasta el proyecto «Genoma neandertal», al que está muy vinculado Asturias por su aportación tras los hallazgos de fósiles humanos de esa especie en la cueva de Sidrón (Piloña). También se detuvo en Atapuerca y en las nuevas investigaciones que se están realizando para conocer no sólo la vida de estos antepasados, sino sus enfermedades, su alimentación, sus costumbres.

El recorrido le llevó hasta la especie humana actual, en la que conviven, por ejemplo, trastornos tan graves en la alimentación como la obesidad con grandes avances científicos. Arsuaga eligió uno de ellos, que mostró como titular de prensa: «Nace el primer bebé español libre de un gen que predispone a sufrir un tipo de cáncer de mama». Conclusión: «En el futuro iremos a donde queramos ir», dijo. Tercera gran pregunta filosófica respondida.