Oviedo, Javier NEIRA

El barítono norteamericano Thomas Hampson, acompañado -a veces parecía un dúo- por el pianista alemán Wolfram Rieger ofreció ayer en el auditorio de Oviedo un gran recital, de pleno en el Romanticismo germano, con lieder de Mahler sobre poemas de autores desesperados, abandonados y ultrasensibles. El resultado fue espléndido. El concierto se ofreció dentro del ciclo Jornadas de Piano «Luis G. Iberni», que patrocina LA NUEVA ESPAÑA.

La sesión se estableció en cuatro partes. Para empezar, «Canciones de la primera época», con cinco lieder, desde el titulado «Mañana de primavera», donde Hampson -sin duda entre los mejores barítonos del mundo- mostró su voz clara, fácil en los agudos, poderosa y bonita, y siguió en «Relevo en verano», logrando audaces onomatopeyas con el nombre y el canto del cuco. En «La leyenda del Rin», con versos como «tiraré al río mi anillo de oro», cargados de resonancias, siguió a gran altura, para acabar el bloque con otras dos canciones delicadas y tristes.

El todo dio un gran giro en la segunda entrega, «Canciones de los niños muertos», sobre poemas de Rückert, en los que cuenta sus desgracias familiares. El barítono logró estremecer al público cantado «Una lucecita se ha apagado en mi hogar», severa y de generosidad fatalista.

Tras el descanso, otros dos bloques, con «Canciones de un oficial de viaje» y «Canciones basadas en textos de Friedrich Rückert», plenas de aciertos. El cantante agradeció los calurosos aplausos con un breve discurso y ofreció dos propinas de Mahler, «Liebst du um Schönheit» y «Aus! Aus!».