Oviedo, M. S. MARQUÉS

La idea del hombre de neandertal como un ser primitivo asociado a un individuo robusto y de escasa inteligencia quedó descartada desde que los estudios de sus restos facilitaron la posibilidad de conocer las características anatómicas de esta especie humana extinta hace unos 28.000 años.

El yacimiento del Sidrón (Piloña), con sus más de mil fósiles aportados, es uno de los que más ha contribuido al conocimiento de los rasgos más característicos del físico neandertal. Ahora, un estudio realizado a partir de fragmentos de cráneo de tres individuos de los doce contabilizados entre los restos de la cueva, va más allá y permite empezar a conocer el cerebro de los neandertales. Los primeros pasos son siempre los más complicados, y así se puede definir el trabajo realizado por los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que ha demostrado que el cerebro neandertal era más asimétrico que el del homo sapiens.

El hallazgo va a ser crucial para comenzar a conocer el potencial de comprensión, de creación y de conocimiento de nuestros antepasados. La empresa no será sencilla, pues como muy bien explica Antonio Rosas, director de los estudios paleoantropológicos del Sidrón, el cerebro -único órgano que permite conocer las funciones cognitivas, la capacidad de inventar o la inteligencia de un individuo- está formado por tejidos blandos y por tanto su fosilización es muy improbable, lo que imposibilita su observación.

Aún así han conseguido saber, a partir de las marcas dejadas por el encéfalo en los huesos internos del cráneo, que «la compartimentación del cerebro en los neandertales presenta unas características propias» y que se observa un mayor porcentaje de dominación derecha. Ahora será la paleoneurología (disciplina que estudia los datos del sistema nervioso preservado en los fósiles) la que tendrá que abrir las siguientes puertas para entender la evolución del cerebro humano.

Para los científicos, el cerebro de los neandertales ha sido desde un principio motivo de máxima curiosidad por su singular morfología. Los hombres del Sidrón tenían un cerebro muy grande, con un volumen que rondaba los 1.500 cm3 de media frente a los 1.350 del homo sapiens, es decir, del hombre moderno. Además el interés por nuestro ancestro se basa precisamente en eso, en conocer las capacidades de nuestros parientes más próximos en el árbol de la evolución humana.

Conocer que una de las características del cerebro de la especie que nos precedió fue precisamente la asimetría puede ayudar a componer el esquema mental de estos individuos, sobre todo si se tiene en cuenta que para la ciencia la asimetría del cerebro está vinculada a su mayor eficacia. Según Antonio Rosas «cuanto más asimétrico sea un cerebro más eficiente resulta, ya que se evitan la redundancia en las funciones y posibles conflictos en su ejecución». En ocasiones también se ha dicho que la asimetría de los hemisferios cerebrales podría ser un buen indicador del desarrollo de las funciones cerebrales altamente sofisticadas en la evolución de los homínidos.

Todo esto puede estar diciendo que eran muchos más inteligentes y organizados de lo que siempre se pensó, que sus capacidades cognitivas no tenían nada que envidiar al homo sapiens e incluso que es preciso descartar algunas de las causas que se esgrimen para explicar su extinción.

Hasta no hace mucho tiempo el rostro de los neandertales con la frente huidiza y el calota craneal achatada se vio como un símbolo de una menor capacidad intelectual por contraposición a la cabeza del homo sapiens con una frente alta que permitiría un mayor desarrollo del lóbulo frontal y por consiguiente estaría preparado para atender y desarrollar mayores capacidades. Pero parece que las cosas no funcionan así porque, según los expertos del CSIC, la comparación precisa de la curvatura del hueso frontal demuestra que no existen diferencias apreciables en la forma del lóbulo frontal en ambas especies.

En los neandertales la asimetría queda también de manifiesto en la destreza manual. En los instrumentos que utilizaban y en los huesos del antebrazo se pudo observar que usaban con mayor frecuencia una mano que otra y que en la mayoría de los casos, como ocurre en nuestra especie, eran diestros.

Es estudio se suma a los muchos realizados a partir de los fósiles de Sidrón, algunos pioneros en muchos aspectos científicos: Aportaron información valiosísima para conocer el ADN neandertal y ofrecieron datos clave sobre el comportamiento, la naturaleza o los rasgos físicos de la especie. Contribuyeron a demostrar que, en contra de lo que muchos sostenían, pudo haber un intercambio genético con el sapiens en zonas del próximo Oriente.