Oviedo, Javier NEIRA

La cita era a las dos de la tarde en Oviedo, en el edificio de la Facultad de Geología. Pero el bosón de Higgs no se presentó. La convocatoria realmente tenía un alcance global. Desde el laboratorio del CERN, en Ginebra, se iba a conectar con decenas de centros de investigación del planeta para informar de los recientes avances en la búsqueda del bosón de Higgs -también denominado partícula divina-, la última pieza que falta para completar un puzle conocido como modelo estándar, donde encajan y se relacionan todas las fuerzas y las partículas existentes en la naturaleza. Siete científicos de la Universidad de Oviedo trabajan en el proyecto de captura del Higgs.

El LHC, el gran colisionador de hadrones, la supermáquina instalada en Ginebra para producir choque de partículas a enormes velocidades y energías -puesta en funcionamiento en septiembre de 2008- permite llegar a territorios energéticos donde se cree que está el codiciado bosón, que, además, se supone es el responsable de la existencia de la masa, lo que multiplica su importancia.

Pero los resultados ayer expuestos apenas permiten hablar de trazas y apariencias. En Oviedo, encima, falló la videoconferencia, así que desde Ginebra el profesor Javier Cuevas, líder del grupo de científicos asturianos que participan en el experimento, tuvo que arreglárselas para transmitir por su iPhone algunas imágenes en directo.

Los datos registrados en el último año han estado a debate desde octubre, así que los científicos asturianos estaban al tanto de las novedades y pudieron explicarlas con detalle, sorteando la frustrada videoconferencia. Y es que la mitad del curso están en Ginebra y la otra mitad, en Oviedo. Forman el grupo de física experimental de altas energías de la Universidad de Oviedo, integrado en el departamento de Física.

Javier Fernández, profesor titular de la Universidad de Oviedo, explicó que los científicos asturianos trabajan concretamente en el Compact Muon Selenoide (CMS), macrodetector que, junto a otro denominado «Atlas», se encarga de recoger, medir y analizar los resultados de las colisiones. Como señaló, se ha logrado la mayor cantidad de datos hasta ahora conseguidos, con choques en energías del orden de 7 tera electrón voltios. «Hemos logrado indicios pequeños» del bosón de Higgs, «pero también podría tratarse de fluctuaciones» o que, sencillamente, la partícula en cuestión esté en la zona entre 114 y 128 giga electrón voltios, aún no rastreada.

Lara Llovet, que está realizando su tesis doctoral precisamente sobre la búsqueda del bosón de Higgs, comentó a su vez que es «la pieza que falta para completar el modelo estándar. Además, no se sabe cómo adquieren la masa las partículas, y el Higgs podría explicarlo. Si descubrimos el bosón experimentalmente, se habrá completado el modelo estándar y se habrá resuelto esa gran incógnita sobre la masa».

Por su parte, Isidro González Caballero, investigador en el programa «Ramón y Cajal», subrayó que «si no aparece, se plantea un panorama intelectualmente interesante. Pero es mejor si se descubre. De ser así, habrá que precisar las mediciones y asegurarnos de que es el Higgs y no otra partícula la que aparece. Además, hay otros interrogantes planteados que están implicados, como todo lo relativo a la supersimetría y a la unificación de las fuerzas fundamentales». Añadió que ahora se espera encontrarlo «en energías entre 114 y 127 giga electrón voltios». Por debajo de 114 giga electrón voltios ya se sabe que no está. Por encima de 1.000, tampoco, por razones teóricas, y también se ha excluido la región entre 600 y 1.000 electrón voltios, por lo mismo. Ahora se acaba de excluir entre 127 y 600 giga electrón voltios. «En un año lo habremos encontrado o habremos descartado su existencia».

En las últimas semanas los científicos del Compact Muon Selenoide -donde trabajan los investigadores asturianos- han comenzado a ver un aumento de eventos -de datos y sucesos resultado de las colisiones- candidatos a ser un bosón de Higgs, en el rango de 125 giga electrón voltios. Podría ser la región donde habita la escurridiza partícula.