Oviedo, Pilar RUBIERA

Los documentos dicen que la iglesia prerrománica de San Miguel de Lillo, en el monte Naranco de Oviedo, fue construida entre los años 842 y 850, durante el reinado de Ramiro I (842 a 850). Los análisis de carbono 14 realizados sobre una veintena de muestras del edificio revelaron que tres de ellas, morteros originales, apuntan dudas razonables sobre estas fechas. La datación que ofrecen es, en uno de los casos, entre los años 680 y 870, un abanico en el que su construcción podría coincidir con la fecha oficial; en otro, entre el 670 y el 810 y, en el tercero, entre los años 660 y el 770. En muchas de las muestras, con un origen de caliza cocida, aparecen restos de madera carbonizada.

Los especialistas consultados por LA NUEVA ESPAÑA son cautelosos. Las cronologías del carbono 14 tienen un arco temporal muy amplio. Pero prácticamente todos coinciden en la idea de que los edificios prerrománicos asturianos están poco documentados arqueológicamente y necesitan un estudio más amplio.

«Mi primera impresión es de desconcierto, está muy claro que Ramiro I construyó la iglesia de San Miguel de Lillo y el palacio de Santa María del Naranco. Tal vez esos materiales procedían de edificios anteriores y se reutilizan en la construcción de San Miguel», apunta Javier Fernández Conde, catedrático jubilado de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo.

Y añade: «Es fundamental, yo diría que esencial, una excavación amplia, no sólo en el Naranco. No sabemos cuándo se construyó Bendones, sabemos poco de San Pedro de Nora, lo mismo que de Santa Cristina de Lena. El prerrománico está pidiendo a gritos dataciones científicas porque dan mucha luz sobre las cosas».

«Son datos extraordinariamente atractivos», señala Lorenzo Arias, profesor de la Universidad de Oviedo y autor de numerosos estudios sobre el Prerrománico. A propósito de estas nuevas cronologías, que él ya conocía, Arias recuerda el estudio de Luis Caballero sobre la estratigrafía del arte asturiano en el que se cuenta que en la primera construcción de San Miguel, antes del gran derrumbe del siglo XI, hay dos fases, probablemente debidas a una paralización o desaparición del taller que trabajaba inicialmente en el edificio. Se nota, sobre todo, en los modelos iconográficos. «En la reanudación de la obra de San Miguel, se traían materiales de Santa María. Muy probablemente hay que plantearse que San Miguel y Santa María no son del mismo taller ni tampoco del mismo constructor. Santa María está hecha «ex novo» y San Miguel no. Quizás haya que retrasar las dos, aunque con poca diferencia una de otra».

¿Pero construidas durante el reinado de Ramiro I? «Hay una tesis muy interesante que dice que el proceso final de Alfonso II fue con Ramiro I ya de rey; son datos que hay que valorar. A mi juicio, falta un parque arqueológico en el Naranco, hay que excavar sistemáticamente y sin fin».

Al laboratorio Beta Analytic Inc. de Miami, responsable de los análisis, se envió una veintena de muestras en el marco de las obras que se realizaron en San Miguel hace unos meses como primer paso para su recuperación integral, dirigidas y proyectadas por el arquitecto Fernando Nanclares. La Consejería de Cultura, a propuesta de los responsables de la obra, encargó un estudio previo y seguimiento petrológico de la intervención a la empresa GEA Asesoría Geológica y, una vez en marcha, se aprobó el envío de varias muestras al citado laboratorio para la prueba del carbono 14. Los resultados sorprendieron a los técnicos implicados en el proyecto, pero la presentación de los informes y el final de la obra coincidió con el final de la legislatura anterior y el cambio de Gobierno. El informe probablemente se archivó.

Luis Valdeón, petrólogo y uno de los responsables de la empresa GEA, considera que «hay que tener cautela porque la interpretación de los datos es muy amplia. Con lo que tenemos no podemos afirmar que haya nada fuera de lugar, pero lo que nos indican estos análisis es que hay que seguir en esa línea, profundizar en la investigación».

El arquitecto Fernando Nanclares califica el dato de «sorprendente» y le da «importancia histórica». A su entender, es necesario abordar «un programa de datación veraz de estos monumentos a partir de lo que se han ido conociendo en los últimos años, sobre todo desde la aparición de la fuente de la Rúa, en clara conexión con la Foncalada. Creo que es un dato que obliga a estudiar más en profundidad los monumentos prerrománicos».

Ignacio Ruiz de la Peña, catedrático jubilado de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo y director del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), dice que antes de avanzar hipótesis hay que conocer qué tipo de muestras se mandaron al laboratorio para ser analizadas. «Por lo que me cuenta, lo único que prueban estos datos es que en San Miguel tal vez hubo algo anterior, pero no lo que vemos ahora. Los monumentos del Naranco son de Ramiro I, las crónicas son muy explícitas en eso».

Ruiz de la Peña cita a Menéndez Pidal cuando éste dice que las crónicas, cuando describen los monumentos del Naranco, lo hacen como una guía que trata de atraer la atención del viajero sobre la importancia de los monumentos. «De momento, y salvo mejor juicio, creo que tienen una importancia muy pequeña», subraya.

La Crónica Albeldense, del siglo IX, dice que Ramiro «construyó admirablemente una iglesia y palacios abovedados en el lugar Ligno y allí abandonó el siglo».

Y la Historia Silense, del siglo XII, afirma: «Sí, en verdad, construyó Ramiro, bajo la advocación del arcángel Miguel, en la ladera del monte Naranco, una hermosa iglesia, que cualquiera que la ve atestigua que nunca hubiese visto otra de pareja belleza. La cual conviene bien al victorioso arcángel Miguel, pues, por la voluntad de Dios, dio el triunfo al príncipe Ramiro sobre los enemigos en todas partes».

El propio Ramiro I, en la advocación que figura inscrita en el ara de San Miguel, cuyo original se encuentra en el Museo Arqueológico de Asturias y una copia de la misma en Santa María del Naranco, dejó escrito: «...que mediante tu siervo Ramiro príncipe glorioso con la reina cónyuge Paterna renovaste esta morada consumida por la mucha antigüedad, y por medio de ellos edificaste este ara de bendición a la gloriosa Santa María (...)».

Javier Fernández Conde

Lorenzo Arias

Ignacio Ruiz de la Peña