Oviedo, P. R.

Vicente José González, doctor en Arqueología Paleocristiana por el Instituto Pontificio de Arqueología de Roma, autor de una tesis sobre San Miguel de Lillo, lleva años afirmando que San Miguel de Lillo, construida entre los años 842 y 850, era una iglesia mucho mayor que la que conocemos hoy. «No es que lo diga yo, es que lo dice Ramiro I en la inscripción del ara en el 848, cuando afirma que renueva esa morada "consumida por la mucha antigüedad"». Y todo eso, que parece complicado, lo testifica la arqueología. Es una construcción del siglo IX añadida a otras anteriores», explica.

Vicente José González cita algunos ejemplos: «Si usted ve un ojo de buey de la iglesia de San Martín de Argüelles del año 583, renovada en el 921 por Ordoño II, es idéntico al de San Miguel de Lillo; no hay arqueólogo que pueda distinguir uno de otro».

El especialista cree que algunos de sus colegas están malinterpretando la documentación que, a su juicio, está muy clara. «La Crónica Silense, del siglo XII, dice que si buscas otra iglesia más bonita, no la hallas y está hablando de San Miguel; sin embargo, se dice que la iglesia sufrió un gran derrumbe en el siglo XI. Si es así, no puede ser tan bonita como cuenta».

Vicente José González ha sostenido siempre que el edificio original de San Miguel de Lillo no se parecía en nada al que conocemos. Cita la crónica de Ambrosio de Morales (Córdoba, 1513-1591) quien, cuando la visita, la describe así: «Entrando dentro espanta un brinquiño tan cumplido de todo lo dicho y cuerpo de iglesia. Y agradando todo mucho, con la novedad da mayor contento ver en tan poquito espacio toda la perfección y grandeza que el arte de un templo podía poner».