Oviedo, J. B.

Habló el nuevo ministro de Cultura, José Ignacio Wert, y sin decir grandes cosas desencadenó el enésimo debate sobre los derechos de autor. Wert dijo que iba a ser implacable con la piratería en internet, aunque no aclaró si con las empresas o con los usuarios («actuaremos contra los que se lucran», dijo); que va a ser vigilante de la propiedad intelectual; que acabará con las subvenciones («la cultura de la subvención»), y que va a crear una ley de mecenazgo. La discusión sigue igual que con la «ley Sinde».

LA NUEVA ESPAÑA recurre a gentes de la cultura y profesionales del sector a los que afectan, o no, las descargas ilegales, los derechos de autor u otros asuntos que conviven en la misma casa que la propiedad intelectual. De entrada hay desconfianza, y en algunos casos, disgusto.

Jorge Otero, líder de «Stormy Mondays» y experto en la red, cree que el Ministro «cae en falacias impropias de una persona con formación jurídica, como equiparar la propiedad intelectual con la propiedad privada, y da ejemplos ridículos: una web que enlaza legalmente y no distribuye ningún tipo de contenido equivale a entrar en una tienda y llevarse bolsos de Vuitton». El músico ovetense dice que Wert magnífica las descargas en España: «Miente también cuando dice que España lidera el ranking de descargas «ilegales». Esas descargas, en el ámbito privado y sin ánimo de lucro, son perfectamente legales y así lo han ratificado una y otra vez los jueces. Añade Otero que «esa clasificación de «países piratas» la lidera España a petición propia de la industria, por parte de Promusicae, a Estados Unidos. Finalmente, expone otro punto de vista de la cuestión: «El problema es que cada vez que este tipo de personas e intereses se han metido a legislar sobre este asunto» se ha producido, añade Otero, un «recorte de derechos y libertades a los ciudadanos e inseguridad jurídica para las empresas de la economía digital».

Dacio Alonso, presidente de la Unión de Consumidores de Asturias (UCE Asturias), tiene sospechas de adónde van a parar las medidas: «Por lo que han dicho no suena muy bien, la música está mal afinada». No obstante, le da al Ministro una pequeña porción de confianza: «Matizó y dijo que iba a perseguir a las empresas. Todo es muy precipitado, y si al final van a ser los usuarios los perjudicados, pues es cuando no suena bien». Alonso también tuvo unas palabras para los planes de Wert con la ley de mecenazgo: «Que haya transparencia, porque podría ser una vía de escape».

El poeta Fernando Beltrán tiene una visión más romántica del asunto, quizás una mirada más cercana al ser humano: «Es prematuro juzgar, pero por sus declaraciones imagino que mis hijas odiarán al nuevo ministro, como ya odiaban a Sinde, y yo seguiré sin tener ante el tema un criterio definido: como poeta, vengan piratas a nuestros poemas, seamos leídos al fin? pero si pienso en editores, cineastas y músicos se me hiela la sangre y me da mala conciencia pararme frente a la manta de Moussa, mi amigo senegalés, para comprarle un vídeo o tres CD, aunque luego mi mujer se enfadaría muchísimo recordándome los derechos de autor, en fin?».

Xune Elipe, miembro de «Dixebra, entiende que para competir hay que abrir horizontes al usuario: «Las discográficas tienen que ofrecer productos de calidad, que tengan un plus, destinados a un público fan de los grupos y que apetezca tener más allá de su contenido estrictamente musical».

El profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo José Errasti ve un largo y difícil viaje en esta cuestión: «Siguen sin aclarar qué van a hacer. Habrá que seguir esperando, a ver si de una vez se desvela cómo se va a enfrentar el señor Wert a un tema tan enrevesado, tan nuevo y decisivo como el del tráfico de contenidos culturales por internet».

Jorge Otero

Fernando Beltrán

Dacio Alonso

Xune Elipe

José Errasti