Oviedo, M. S. M

La Unión Cívica de Consumidores de Asturias (UNAE) ve cierto riesgo en la propuesta presentada el jueves en el Parlamento europeo con el fin de activar medidas orientadas a frenar el alto volumen de desperdicio de alimentos en la Unión Europea. Una de las iniciativas con las que se pretende frenar la cantidad de alimentos que se pierden propone el etiquetado con doble flecha: la del límite de venta y la del límite de consumo del producto.

Con esta medida se trata de menguar en lo posible unas cifras que resultan alarmantes, según el informe discutido en un Parlamento casi vacío y sin representación española. Cada europeo se desprende anualmente de 179 kilos de alimentos que han llegado a la fecha de caducidad marcada en la etiqueta, pero que, según el estudio, están en perfecto estado para su consumición. Las fechas de caducidad, junto a otros supuestos originados por problemas de producción, almacenamiento y normas de comercialización, hacen que cada año se pierda el 50% de los productos comestibles. Una eurodiputada consideró «indignante» el hecho de que se tiren a la basura 90 millones de toneladas de comida cuando lo deseable sería que se distribuyeran entre los millones de familias con escasos recursos que viven en el continente europeo.

Frenar estas pérdidas es el objetivo perseguido por la comisión, que ha puesto sobre la mesa la posibilidad de realizar cambios en el etiquetado, lo que puede entrañar cierta dificultad para algunas personas. El propio informe recoge el desconocimiento de muchos consumidores que no distinguen entre «fecha de caducidad» y «consúmase preferentemente».

En esa misma cuestión pone el acento Claudio Alvargonzález, abogado de la UNAE, que subraya los riesgos que podría tener el doble etiquetado si antes no se realiza una «potente campaña informativa» para que los usuarios sepan lo que se puede consumir y lo que no.

«Al consumidor le interesa que ninguna modificación altere la sanidad alimentaria», afirma. «Las actuales fechas de caducidad están establecidas en función del riesgo alimentario, han sido fijadas pensando en la seguridad alimentaria».

Alvargonzález no descarta que haya excesivo proteccionismo y que las fechas de venta se puedan alargar, pero sostiene que en ese caso debe hacerse con una información «absolutamente clara para el consumidor». «Muchos consumidores no comprenden las etiquetas actuales, por lo tanto introducir cambios puede ser arriesgado».