«Las carnes y pescados, junto con los huevos, son nuestra principal fuente de proteínas y las proteínas son las moléculas más versátiles del organismo por la gran cantidad de procesos en los que participan. Entre sus principales funciones destacan tres: la formación y el crecimiento de las estructuras corporales, el desarrollo y la regeneración constante del organismo», señala la farmacéutica y nutricionista Nuria Suárez González.

Las proteínas están formadas por la unión de otras moléculas más pequeñas llamadas aminoácidos. Existen 20 aminoácidos distintos, de los cuales nueve son aminoácidos esenciales; es decir, «aquellos que nuestro organismo no puede fabricar por sí mismo y necesita obtener a partir de los alimentos. Así, para acceder a ellos es fundamental que en la alimentación estén presentes las carnes y los pescados», señala la especialista.

La importancia del consumo de proteínas queda reflejada en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Para este organismo, la cantidad diaria aconsejada debe representar entre el 10 y 15% de las calorías totales ingeridas, procurando que la calidad de la proteína sea la más alta posible. Contrariamente a esta indicación, se han puesto de moda las dietas hiperproteicas, es decir, basadas en el consumo elevado de alimentos ricos en proteínas en detrimento de los hidratos de carbono. «Es necesario advertir de los riesgos que corremos cuando realizamos estas dietas con tantas proteínas y que no cubren todos los requerimientos nutricionales: daño renal, resistencia a la insulina, ingesta elevada de grasas saturadas, pérdida elevada de líquidos corporales y problemas de conducción cardiaca que pueden dar lugar a arritmias y otros problemas cardiovasculares», resalta la farmacéutica y nutricionista.

Por lo tanto, el consumo de pescado y carnes magras y aves, según Nuria Suárez González, debe situarse en 3-4 raciones semanales. «Pero al no ser la única fuente de proteínas que existe, se ha de tener en cuenta que se sumarán a las que aportan los huevos, los lácteos, las legumbres y cereales». Por su parte, las carnes con mayor contenido en grasa, las llamadas carnes rojas y los embutidos, deben ser consumidas de manera ocasional, indicación que está, por desgracia, bastante lejos de la realidad. «En este caso, el problema no radica tanto en las proteínas como en el exceso de grasa que tomamos al ingerir estos alimentos en mayor cantidad de la recomendada», resalta Nuria Suárez. Pero también da especial importancia a la forma de cocinar los alimentos. «La fritura de carnes y pescado no es recomendable, como tampoco lo son los rebozados ni las salsas porque la cantidad de grasa que obtendremos estará aumentada por la absorción del aceite y de grasas en el alimento. Y cuando el consumo es continuado existe el riesgo a padecer desde obesidad a problemas cardiovasculares».

Decir que los alimentos en el horno son más saludables no siempre es cierto «ya que si bien puede ser una de las mejores opciones cuando se hace sin añadir aceite, se convierte en perjudicial si se cocina con él».

Para esta especialista, las formas más saludables de preparar estos alimentos son: la plancha («rechazando la idea de echo aceite para que no se pegue»), el horno («sin un aporte extra de grasa») y la cocción («la forma probablemente menos apetitosa para muchas personas, si bien es la más saludable»).

Y como acompañamiento a las carnes y los pescados, la nutricionista apuesta por las verduras, hortalizas, legumbres y cereales, «alimentos ricos en hidratos de carbono que ponen el equilibrio necesario en la alimentación».