Un equipo de científicos dirigidos por Ben Sternberg, de la Universidad de Arizona (EE UU), está desarrollando sistemas de almacenamiento barato de energía para ayudar a combatir la escasez de petróleo, que se considera muy próxima. Específicamente, trabajan sobre sistemas basados en la compresión del aire mediante energía solar o eólica y su almacenamiento en contenedores artificiales o bajo tierra en cavidades naturales. Cuando los paneles solares se quedan a oscuras y los generadores eólicos dejan de girar, el aire comprimido es calentado ligeramente y se le libera para impulsar turbinas que generan electricidad. El aire comprimido también puede liberarse directamente hacia sistemas mecánicos de máquinas sin tener que generar electricidad como paso intermedio. Dependiendo de la cantidad de energía que se pretenda almacenar en forma de aire comprimido, éste se puede alojar en depósitos externos similares a los utilizados para el propano o en cavidades especiales dentro de los edificios.