Oviedo, Eduardo GARCÍA

Los 77 becarios asturianos de las ayudas predoctorales del programa «Severo Ochoa» han dejado de cobrar sus sueldos a causa de un parón burocrático que nadie les sabe explicar. El grupo, elegido por su expediente académico y la memoria de su investigación, espera una resolución en el BOPA que dé inicio al habitual sistema administrativo de renovación de contratos. Los más pesimistas se ven en junio, y con unas elecciones regionales de por medio, sin cobrar un euro.

Han dejado de cobrar en diciembre, pero mantienen su actividad en los distintos departamentos. «La situación es inadmisible. Desconocemos cuándo saldrá publicada la resolución, puede tardar semanas, o incluso meses».

El programa de becas predoctorales «Severo Ochoa» se gestiona en Asturias a través de la Fundación para el Fomento de la Investigación (FICYT), un organismo que controla el Principado. El 60% del sueldo lo aporta el Principado, el 20% la Universidad y el resto un grupo de empresas privadas con implantación en Asturias.

El vicerrector de Investigación, Santiago García Granda, les informó ayer que «las gestiones que estamos llevando a cabo esperamos que produzcan resultados durante febrero» para que los becarios puedan recibir sus atrasos a finales de mes. La Universidad califica la situación de «desafortunada».

El programa «Severo Ochoa» «concede ayudas a jóvenes investigadores con alto rendimiento académico por un período de cuatro años, dos de becas y dos de contratos. Los becarios cobran unos 1.100 euros netos, con doce pagas; los contratados no llegan a 1.000, pero disponen de catorce pagas. Al final vienen a percibir cantidades muy parecidas.

No se quejan del sueldo, sino de una situación de retrasos burocráticos que se mantienen a lo largo de los últimos años, pero que en éste amenaza con batir récords.

Julián Iglesias -bioquímico- y Aida Rodríguez -bióloga- trabajan en el Instituto Universitario Oncológico del Principado (IUOPA), Francisco Javier Álvarez es historiador del departamento de Paleografía Diplomática, y Pablo Garrido, que ya está en período de contrato, es biólogo y trabaja en el departamento de Fisiología en la Facultad de Medicina. Hay becarios «Severo Ochoa» de las cinco ramas generales del saber.

Lo único que piden es que «se agilice» la burocracia y que haya un compromiso de regularización de los pagos para los siguientes años. Mientras no se formalice la renovación, ellos y sus compañeros viven en una especie de limbo.

Junto a los 77 becarios hay 78 jóvenes que tienen contrato «Severo Ochoa». Ellos sí cobran porque les paga directamente la Universidad de Oviedo. Los becarios, sin embargo, aseguran haber recibido de la Consejería de Educación «respuestas contradictorias y nulo compromiso». El sindicato CC OO les tramitó una reunión la próxima semana con responsables de Educación.

Los becarios recuerdan que realizan tareas profesionales con horario oficial, no menos de ocho horas diarias, «y realizando funciones fundamentales de investigación» y que «no somos estudiantes, lo que recibimos no es una mera ayuda susceptible de ser anulada a placer, sino un salario profesional».

El problema adicional es que las becas obligan a exclusividad laboral. Los becarios estiman que publicar en el BOPA la resolución de renovación de contratos es un procedimiento muy simple: «es el mismo texto de la del año pasado, cambiando fechas».