Jugar influye en el desarrollo motriz, cognitivo e intelectual, fomenta las relaciones sociales y afectivas poniendo freno a la soledad, transmite valores, ayuda en el equilibrio emocional y potencia la creatividad y la comunicación. La lista de beneficios que provoca jugar es tan larga, sobre todo en la infancia, que se ha convertido en un derecho universal reconocido por las Naciones Unidas. Y a pesar de ello, ni pequeños ni adultos invierten todo el tiempo que sería aconsejable en un entretenimiento que los padres deberían compartir con sus hijos, según señala Angélica Rodríguez García.

Para resaltar este aspecto, la psicóloga apunta a un estudio que recoge cómo el 90% de los padres y el 81% de las madres reconoce dedicar poco tiempo a esta actividad lúdica y al tiempo educativa, cuyas consecuencias están a la vista: niños más infelices y con fracaso escolar, señala la psicóloga. Y como considera que «sólo son necesarios de 5 a 15 minutos al día para aprovechar la utilidad del juego, anima a los adultos a compartir este tiempo con los pequeños para reducir las carencias emocionales, afectivas y relacionales que afectan a la población infantil. Porque, asegura, «cada vez hay más niños en la consulta con miedos y que están tristes porque no tienen amigos y porque no saben relacionarse».

Para poner freno a este problema, desde distintos sectores han surgido voces en favor de la recuperación de los tradicionales juegos de patio, con los que, además de asegurar entretenimiento y potenciar las relaciones sin competitividad (que generan frustraciones y estrés), los niños hacen ejercicio físico y fortalecen el sistema cardiaco y vascular al tiempo que previenen la obesidad, uno de los males de este siglo, pone de manifiesto Angélica Rodríguez.

La vuelta a éstos y otros juegos no implica el rechazo de las nuevas tecnologías. Pueden convivir en perfecta armonía con internet, las videoconsolas y todo tipo de máquinas de última generación, reconoce la especialista. En este caso, alienta igualmente a los padres a aprovechar estos avances para compartir con los hijos estos nuevos modelos de juegos.

Si bien el juego se asocia a los primeros años y a la juventud, éste también está indicado para la edad adulta. «Es una vuelta a la infancia. Con él buscamos el bienestar y lo encontramos. Creo que lo debería recetar la Seguridad Social», manifiesta con una broma muy seria esta psicóloga que conoce muy bien el sentir de los mayores tras haber disfrutado de un tiempo jugando: «Cuando se dan cuenta de que el tiempo pasa volando y además pasa bien, de forma amena, quieren repetir».