Cantante, presentó en Oviedo el disco en vivo «Vivir para cantarlo»

Oviedo, Javier BLANCO

Víctor Manuel se echó a los escenarios con un experimento: contar sus canciones primero y luego cantarlas. Al principio era una prueba «tras años cantando con Ana Belén». Además era sesión íntima: piano, guitarra y voz. Con eso recorrió España y dio ocho conciertos en Asturias. De una de esas sesiones, la del Niemeyer de Avilés, salió este libro-disco titulado «Vivir para cantarlo» con dos CDs y un DVD. El cantante de Mieres evoca con LA NUEVA ESPAÑA el recorrido de ese disco; es decir, la historia de su vida.

-¿Qué conclusión ha sacado tras la gira?

-Ha sido sensacional. Lo que pretendía era probarme; subir a un escenario y dar la cara tras tiempos cantando con Ana. Era un formato que no había hecho, ni se lo había visto hacer a nadie. Se decidió grabarlo primero en el Campoamor, en junio de 2010, con la pretensión de hacer una película.

-¿En qué quedó ese proyecto?

-Lo iba a hacer García Sánchez, pero luego se lió con otros proyectos. Decidí volver y grabar en el Niemeyer.

-¿Cómo respondió el público ante la nueva forma de interpretar las canciones?

-Cambian. Hay que darles una vuelta para ese formato, pero yo creo que la gente las recibió muy bien. Lo que pierden en solemnidad lo ganan en intimidad y cercanía. Sé que le gustó a mucha gente volver a escuchar esas canciones casi desnudas.

-¿Revisar la historia de cada pieza fue terapéutico?

-Si encuentras el tono..., que no sea pesaroso, con risa a veces, otras que te da ganas de llorar... Encontrar el tono, eso le gusta mucho a la gente.

-Cuando cantaba y, sobre todo, cuando contaba las canciones, ¿se disparaban sus emociones?

-Muchas y dependiendo del día. No siempre son las mismas sensaciones. Con cada canción estaba visualizando el momento. Cuando yo hablo del prau Collao, yo sé cómo era el prau Collao y me acuerdo cómo corría por el prau y sé cómo era con hierba alta y baja.

-¿Qué le resultaba más emocionante las evocaciones sociales, familiares, políticas, de infancia?

-Iba mezclando todo. Finalmente todos somos políticos y sociales. No soy diferente cuando hablo de política o cuando hago algo en casa. Para mí esa raya no existe. Por eso fluía el concierto, porque se iba pasando por muchas cosas de una manera amable.

-¿Y su entorno, Ana Belén, sus hijos, amigos, qué opinan de esas historias que contaba?

-Para ellos fue una sorpresa. Pero la más grande se la llevó Marina. Mi hija vio el concierto ya tarde. Entró en el camerino en un mar de lágrimas, y me dijo: «Por qué no me has contado estas cosas en casa; por qué me tengo que enterar aquí».

-Hay historias y canciones que conmueven, como «Sólo pienso en ti».

-«Sólo pienso en ti» es la que más alegrías y dinero me dio. Las dos cosas. Sirvió para que esa gente saliese de su invisibilidad; siempre me lo agradecieron los padres. Esa invisibilidad es lo que más me han agradecido los padres. La primera vez la canté aquí en el palacio, el que suena tan mal. Fue un concierto que hicieron los padres de discapacitados psíquicos y físicos. Estaban en primera fila un montón de chavalinos y chavalas. Y me puse a cantarla. De repente se me puso un nudo en la garganta; dejé caer la guitarra y me marché del escenario: No pude seguir cantándola.

-¿El disco es el concierto tal cual?

-Decidí invitar al Niemeyer a Ana, Miguel Bosé, Miguel Ríos, Serrat. Pero sí es todo el concierto tal cual. Digo una cosa, que ahora cuando la oigo me estremezco un poco. Cuento que cuando hice el primer concierto en el Palacio Valdés veía los materiales para fabricar el Niemeyer. Y dos años y medio después digo: «Y se demuestra una vez más que cuando los asturianos queremos, podemos. Ahora añadiría, podemos joderlo todo».

-¿A qué achaca lo ocurrido?

-A personalismos. Eso es falta de cintura. No se puede ser más chusco y meterte en el Niemeyer para descubrir que alguien se tomó ocho cubalibres u ocho gintonics en una cafetería de Oviedo y que se han cargado a cuenta. Hay que ser muy zarrapastroso, muy zarrapastrosos, para fijarse en eso cuando, en fin, sería cuestión de sentarse y si hay alguna dificultad con los números que los aclaren; y si hay reclamación que hacer, hacerla, pero dar eso a la prensa como iniciativa... ¡Pero en qué país estamos; qué broma es esta! Veremos qué traen las elecciones, confío en que se reordene.

-¿Qué espera que salga de las elecciones?

-Pues no tengo ni idea, pero se ve que PSOE y PP tiene intención de que el Niemeyer siga.

-¿Y el asunto SGAE, le decepcionó Teddy Bautista?

-Fue un golpe tremendo; tremendo. Desde que pasó creamos una comisión rectora. Y estamos haciendo lo de siempre, recaudar y repartir. Estos días entrega una auditoria con el asunto de la sociedad digital. Irá al juez y para cerrar esto hay unas elecciones que se van a convocar la semana que viene. Teddy había sido muy maltratado antes, durante y por supuesto después. Le han jodido la vida ya para siempre. Yo estoy convencido de que Teddy no se llevó un duro de esta historia. Sí que creo que tenía un afán desmedido de poder, que generalmente pasan estas cosas. Si se hubiera jubilado hace cinco años hubiera sido cojonudo. Han sido los años de la basura, no eran necesarios.