«Maquiavelismo», «conspiración de monseñores», «luchas de poder», «cordero entre lobos», «topos filtradores» o «renacimiento del espíritu Borgia». Tales han sido los titulares de prensa y televisión acerca de la Santa Sede durante el último mes, tiempo en el que el Vaticano ha vivido el período más trepidante del papado de Benedicto XVI.

Pero sea cual sea el titular, el término más apropiado para el Carnaval vivido por la Santa Sede ha sido el de «Vatican-leaks», equivalente a «Wikileaks», el célebre sitio de internet que desveló comprometedores documentos de EE UU. En efecto, la Sede de Pedro ha sufrido sus propios «leaks» (fugas), y ha presenciado atónita cómo la prensa italiana y una cadena de televisión (La 7) difundían cartas e informes sobre la mala gestión de sus finanzas, sobre corruptelas en el Gobierno de la propia Ciudad del Vaticano o, incluso, un delirante documento acerca de un complot para asesinar a Benedicto XVI.

Todos esos documentos eran reales, como admitió el portavoz Federico Lombardi, quien, no obstante, relativizó su contenido e insistió en que Benedicto XVI es un «baluarte de ética» y que no se detendrán las reformas que el Papa quiere para la Administración vaticana. Las filtraciones removieron además viejas cuestiones en torno a Benedicto XVI: a saber, que se trata de un «Papa a tiempo parcial» (según expresión del vaticanista Marco Politi); o que vive en el aislamiento; o que dos estilos de gobernar la Iglesia se enfrentan en las figuras de los cardenales Bertone y Sodano; o que el IOR (Instituto de Obras de Religión, el banco del Vaticano) sigue careciendo de transparencia; o que la sucesión del Pontífice está próxima y se acentúan los movimientos curiales.

Los sucesos arrancaron el 25 de enero, cuando «Il Corriere de la Sera» y el canal La 7 difundieron dos cartas del arzobispo Carlo María Viganò, ex secretario general del Governatorato de la Ciudad del Vaticano, es decir, el organismo que gobierna los 0,44 kilómetros cuadrados del Estado Vaticano. Las cartas, dirigidas a Benedicto XVI y al secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, denunciaban irregularidades en la gestión de la Ciudad del Papa, además de una «corrupción y basura» crónicas, merced al nepotismo y otras malas costumbres «difusas y arraigadas». Dos meses más tarde del envío de esas cartas, Viganò fue nombrado nuncio en Washington. En una carta posterior, también filtrada, Viganò implora al Papa que no le rebaje de ese modo, sacándole del Vaticano y enviándole a EE UU.

Las revelaciones del día 25 se completan a continuación con memorandos económicos del Vaticano, difundidos en el programa «Los intocables», de La 7. El blanqueo de divisas supuestamente practicado por el IOR le impedirá entrar en la «lista blanca» de la CE en pro de la transparencia financiera, se afirma. A la vez se dan detalles de que el Vaticano ha perdido 3,2 millones de euros en movimientos financieros fallidos y que la Congregación para la Causa de los Santos vio volar 1,6 millones por la estafa de Madoff.

Dos semanas más tarde, el diario «Il Fatto Quotidiano» difunde un memorando anónimo que el cardenal Castrillón había entregado personalmente al Papa en enero. En dicho documento se narra que el arzobispo de Palermo, Paolo Romeo, viajó a China en noviembre de 2011 y allí comentó que existía un complot para asesinar a Benedicto XVI al cabo de doce meses. Supuestamente, Romeo también habló de que Benedicto XVI había nombrado arzobispo de Milán al cardenal Scola, para así señalarle como sucesor (varios titulares de Milán han llegado a Papas; el último fue Giovanni Montini, como Pablo VI). Romeo lo negó todo a continuación.

Ante las filtraciones, el portavoz Lombardi declara que es lógico que existan diferentes puntos de vista sobre cómo gestionar la Ciudad del Vaticano y el IOR, y que el de Viganò es uno más. No obstante, el Papa, añade Lombardi, persigue la transparencia en todos los ámbitos vaticanos, ya sea en las cuestiones económicas o en la investigación sobre casos de pederastia. Casi al mismo tiempo, Giovanni Marie Vian, director de «L'Osservatore Romano» (periódico oficioso del Vaticano), publica un artículo dedicado a Benedicto XVI, «ese manso pastor que no retrocede ante los lobos». Paralelamente, el cardenal y teólogo Walter Kasper es entrevistado por «Il Corriere» y afirma que «tal vez se quiere dañar a la Secretaría de Estado», pero «a mí no me interesan las cordadas» (familias dentro del Vaticano). Kasper agrega que «el Papa nunca ha entrado en esa selva».

Según el vaticanista John Allen, las filtraciones y sus consecuencias son explicables por el «melodramatismo italiano», ya que el «deporte favorito de Italia es especular acerca de complots maquiavélicos». No obstante, Allen reconoce que en el Vaticano se vive una «atmósfera de crisis», cuyos elementos son un Papa «con corazón de teólogo», pero no gestor ni líder. Allen agrega que todo parece «una campaña contra Bertone», ya que se atribuye al círculo próximo al cardenal Sodano la procedencia de las filtraciones. Angelo Sodano, de 85 años, fue secretario de Estado durante tres lustros con Juan Pablo II. Hombre con mano de hierro, tenía no obstante a sus espaldas el trato demasiado favorable, siendo nuncio, con dictadores del Cono Sur, caso de Pinochet. Acabado su mandato en 2006, el cardenal Schönborn, arzobispo de Viena, lamentó públicamente que Sodano protegiera en el pasado a pederastas como Marcial Maciel. Sodano es en la actualidad decano del Colegio de Cardenales y en ciertos ámbitos del Vaticano se cree muy inconveniente que mantenga este cargo y mueva hilos en el caso de un hipotético conclave para elegir al sucesor de Benedicto XVI.

Respecto a la crisis de las filtraciones, el vaticanista Sandro Magister reconoce que lo que han descubierto es todo aquello «contra lo que lucha el Papa». Admite que durante este último mes se han producido «mordiscos en abundancia», pero centra sus críticas no en Sodano, como hipotético conspirador, sino en Bertone: «¿El Papa viajaba poco? Él se puso a recorrer el mundo en su lugar; ¿el Papa está ensimismado en sus libros? Él se puso frenéticamente a cortar cintas, encontrarse con ministros o bendecir multitudes». Esto significa un debilitamiento del Gobierno del Vaticano que explicaría las grietas y las filtraciones. Pero hechas de modo que «Bertone parezca el malo», agrega Allen, quien explica cómo «Sodano representa la vieja guardia, pero Bertone es un outsider», un extraño que no ha pertenecido al cuerpo diplomático de la Santa Sede. «El ala diplomática del Vaticano piensa que es la legítima dueña del Vaticano», explicaba un oficial de la Santa Sede.

Es decir, que los que fueron hombres de Sodano ven en el presente cómo Bertone, que cumplirá 78 años en noviembre, ha llenado la Curia con eclesiásticos muy próximos a él, todos italianos, y de los 18 cardenales electores que acaba de crear Benedicto XVI, seis están bajo su tutela. Y fueron no menos de una docena los afines suyos nombrados en el consistorio del año pasado. Sin embargo, Bertone no ayuda el Papa a gobernar la Iglesia, sostiene Magister, a la vez que John Allen evoca los textos de «Wikileaks» que desvelaban lo que la Secretaría de Estado de EE UU pensaba sobre Bertone: «Es un "yes man"» (un sí a todo), «y protege al Papa de las malas noticias y de los puntos de vista discrepantes».

¿Consecuencias? Por ahora, Benedicto XVI no ha tocado ni a Bertone (en edad de jubilación desde hace tres años) ni a Sodano. Del primero se fía y al segundo lo respeta. Pero en la Santa Sede el debate ahora mismo es si el Papa actuará después de este mes de las filtraciones. El trasfondo «no es la sucesión de Bertone, sino el cónclave», señala Allen. Según Politi, en su nuevo libro, «Joseph Ratzinger, crisis de un papado», la teología y sus escritos absorben el tiempo de Benedicto XVI, pero «le falla el gobierno». El vaticanista de «La Repubblica» estima además que el «lobby pro Ratzinger», que lo elevó a Papa, «carece de proyecto a largo plazo». Por tanto, los cardenales electores se inclinarán por un Papa gobernante. De hecho, «el próximo Papa podría ser no italiano», piensa Allen, porque la crisis de las filtraciones ha demolido «la vieja suposición de que los italianos tienen un genio especial para el gobierno de la Iglesia».

En cuanto a la parte más carnavalesca del «Vatican-leaks», la referida cadena televisiva desveló el pasado miércoles -de Ceniza- que los documentos habían sido filtrados por «un topo», un individuo que lleva 20 años de trabajo en las oficinas de la Santa Sede y cuya intención había sido conculcar «la cultura de secreto del Vaticano». Como en toda buena conspiración, había hecho su entrada en escena la figura del ejecutor solitario (como el «asesino solitario» de Kennedy), lo cual vendría a desbaratar la hipótesis de que existía una conspiración de cardenales, que rima con Carnavales.