Oviedo, P. RUBIERA

En 1958, el ovetense José Antonio Menéndez Hevia, con 20 años, era un joven autodidacta, dibujante impulsivo, «grafitero doméstico» se define él, y buen conocedor de artesanías industriales varias, por su afición adolescente a visitar talleres de ebanistas, vidrieros, forjadores, marmolistas y otros, que acabarían siendo fundamentales en su interés por los procesos industriales. Había iniciado en Madrid los estudios de arquitectura, pero no le convencieron. Su padre, Eduardo Menéndez de Blas, inspector de Hacienda y aparejador, le presentó a Ignacio Álvarez Castelao, con la intención de que le orientara sobre su futuro. El gran arquitecto asturiano le recibió en su estudio y le dijo: «A ver, chico, creo que dejaste arquitectura. Vete a tu casa, desmonta una cerradura y dibuja sus elementos».

La precisión del joven en la tarea sorprendió a Castelao, con quien el diseñador acabaría colaborando en varias obras. «Aquel fue el más profundo ejercicio que he realizado en mi vida», declara Menéndez Hevia a LA NUEVA ESPAÑA. Y añade: «Don Ignacio tenía la arquitectura y la estructura económica muy arraigadas en su perfil profesional».

La obra del pintor, arquitecto de interiores y diseñador industrial Menéndez Hevia es uno de los capítulos del libro «Decoración de interiores. Firmas, casas comerciales y diseño en Asturias 1880-1990», coordinado por la profesora de la Universidad de Oviedo Ana María Fernández García y presentado hace unos días en el Paraninfo de la institución asturiana. Aida Puente Toraño es la autora de su biografía personal y artística. Cincuenta años de trayectoria y dos mil quinientos trabajos respaldan un estudio que probablemente acabe en tesis doctoral, en colaboración con la Universidad de Helsinki.

Como fundador de la empresa Diher (1960-1969), pionera en ofrecer al cliente un servicio completo al realizar todo el proceso de la obra en un tiempo determinado y con presupuesto cerrado, José Antonio Menéndez Hevia se especializó en locales comerciales y oficinas de banca. Sólo otra empresa italiana, Friserga, en Treviso, trabajaba en esa época con el concepto de «llave en mano».

Pero a su inquieta personalidad no le bastaba con su condición de empresario y diseñador de muebles. Hombre reflexivo y de proceso, buscaba más conexiones con el mundo artístico. «Había otro aspecto importante, la fusión entre el diseño formal creativo y el industrializado, y para eso había que desarrollar un trabajo multidisciplinar», señala.

Primero, abrió Diher mobiliario (1965-70), una pequeña tienda en la calle General Yagüe de Oviedo para comercializar mueble de diseño, que sería sustituida más tarde por Bureau70 (1970-1994), en sociedad con su hermana Teresa y el esposo de ésta, Juan Margareto, a través de la cual llegaron a España los diseños de los grandes vanguardistas: Le Corbusier, Eero Saarinen, Mies Van Der Rohe, Alvar Aalto y otros. Bureau fue tienda pero también un centro de experimentación y diseño, en el que se proyectaron vehículos, mobiliario urbano y mueble informático, entre otros diseños.

Concepto70 (1970-1990), su otro proyecto, nació como lugar de trabajo multidisciplinar en el que colaboraban artistas, escultores, arquitectos, ingenieros y diseñadores industriales. En esta época, Méndez Hevia incorpora a sus hijos, que continúan su trayectoria. «El diseño no puede ser una gratuidad, es una respuesta a una necesidad de mercado y a una intención del cliente. Esta respuesta no está solo condicionada a la forma y a la escenografía, que es muy importante en cuanto a que propicia la venta, sino que es una respuesta a través de la disciplina del diseño industrial a todas las disciplinas de función y forma», reflexiona Menéndez Hevia.

Son cientos las obras realizadas por este diseñador, en Asturias y en otros puntos de España. Muchos de los locales de Oviedo que ideó o reformó ya no existen, como el añorado restaurante Logos o la antigua estación de los Alsas. Otros, como el comercio Las Novedades, en la calle Gil de Jaz, hoy cerrado, aún conserva las magníficas puertas escultóricas de Fernando Alba. Su colaboración con artistas plásticos, en este caso con José Antonio Navascués -«uno de los milagros artísticos del arte contemporáneo en esta región», afirma- produjo el mural de la oficina central de Caja Rural Asturiana, en la calle Melquíades Álvarez. Hay muchas más: las cafeterías Gena e Impala, La Gruta, la boutique Modesta, en Oviedo; el hotel Don Paco y Miramar en Llanes, con obra de los artistas Antonio Suárez y Rubio Camín; gran parte de las sedes del banco Herrero, sobre todo en Madrid; la remodelación del Casino de Gijón, la intervención en el Colegio de Minas.

Menéndez Hevia, de formación autodidacta pero con título académico, asegura que las claves son dos: «una investigación que nunca termina y que es la que te garantiza que conoces lo que vas a hacer, y rodearse de un buen equipo».

En los últimos nueve años, en colaboración con la artista noruega Nina Gronn, desarrolla un proyecto de pintura abstracta que, según explica, consiste «en llegar a la emoción no por el rupturismo, sino a través de las disciplinas».