Es una vieja teoría que los tiempos obligan a revisar de cuando en cuando. La red dio pánico ya desde aquello de los intercambios de archivos musicales de Napster. Tal fue el movimiento en la industria que las compañías del disco se esmeraron y consiguieron indemnizaciones de «cañón» en sentencias a la norteamericana que incluso alcanzaron a consumidores privados. Las multinacionales, con su soberbia habitual, pensaron que la red frenaría para mantener la industria a su gusto. Pero la tecnología no para. Y los modos de sacar la música han sido diversos. La última intentona por «parar el carro» por parte de los poderes han sido las duras leyes antidescargas. Bien el pequeño mecenazgo. Serán las «compañías» del disco del futuro hasta que surja otra idea genial en internet. Porque si algo inmejorable tiene la red, es la oportunidad que da a todo el mundo, al menos a una parte del mundo. No se puede discutir el avance, el progreso... Y menos discutir que las buenas ideas saquen proyectos adelante y den sus frutos.