Oviedo, Eduardo GARCÍA

Juan José Tuñón estuvo anoche rodeado de amigos. Lo que consiguió el abad de Covadonga, sin ser inédito, sí ha sido algo muy infrecuente: llenar hasta los topes el salón de actos del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA). Tuñón ingresó ayer como miembro de número de esta entidad, casa que siempre le ha suscitado «admiración y respeto».

Entiende su entrada en el RIDEA como un orgullo y un honor, dijo, pero, sobre todo, como una oportunidad para «estrechar vínculos» entre el Real Instituto y el santuario de Covadonga, bajo su responsabilidad desde hace tres años.

En la cita, que tuvo aroma de acto social en toda regla, estuvo presente el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y el director general de Patrimonio Cultural del Principado, Joaquín López. Juan José Tuñón agradeció apoyos y afectos y los singularizó en la figura y el recuerdo de quien fuera responsable del Archivo de la Catedral, Raúl Arias del Valle.

No es posible entender la historia de Asturias sin la historia de la Iglesia, y desde esa tesis planteó Tuñón su discurso de entrada en el RIDEA, fruto de años de investigación sobre los sínodos llamados menores de la Edad Moderna en Asturias.

De los grandes sínodos medievales se ocupó con solvencia y maestría Javier Fernández Conde. De los que se ocupa Tuñón es de aquellos que por diversas causas ni siquiera fueron impresos en constituciones sinodales y que, por tanto, en buena medida acabaron perdidos con el correr del tiempo.

Los sínodos eran como ventanas abiertas, a través de las cuales «penetraban corrientes y permitían a la Iglesia incorporarse a movimientos reformistas», que venían a paliar el tradicional aislamiento del Principado de Asturias.

Los sínodos eran «instrumentos para llevar a cabo los programas diocesanos», pero también escenarios donde comprobar «el estado material y espiritual de la diócesis». Y en último extremo, unas pruebas documentales de enorme valor «para comprobar la evolución de la vida social y eclesial durante siglos en Asturias», señaló Juan José Tuñón.

La larga y rica historia diocesana sirve, en cierta medida, para explicar el presente y también para proyectar el futuro. Tuñón logra con su estudio sobre aquellas convocatorias de la diócesis que congregaban en Oviedo a un abundante número de clérigos penetrar en la intrahistoria. El discurso de ingreso en el RIDEA fue contestado por Andrés Martínez Vega.