PACO CERDÀ / VALENCIA

¿Qué es la casta autonómica?

Es el conjunto de políticos que está gobernando ahora mismo las autonomías con una gestión de despilfarro y creyendo que todo el monte es orégano. ¡Y menos mal que ha venido la crisis para que nos demos cuenta de cómo se están gestionando nuestros recursos en las diferentes regiones! Ahora la gente está más sensibilizada con este despilfarro. Y hemos decidido hacer el paseo más surrealista por una organización política que hoy en día no tiene ni pies ni cabeza.

Hablan de duplicidades, excesos y redundancias en la Administración pública. ¿Cuáles son las que le indignan más?

Por ejemplo, cómo es posible que en la anterior legislatura existiera una Consejería de Agricultura en el Govern balear con 440 funcionarios, cuando sólo había 430 personas dadas de alta en esa actividad. O cómo puede ser que existan 27 organismos en Cataluña dedicados a las relaciones exteriores que cuestan 35 millones. O que la Dirección General de Farmacia de la Comunitat Valenciana tenga 17 comisiones y comités internos. ¿Por qué se recorta de Sanidad y Educación, si hay mucho más de dónde recortar? ¿Cómo es posible que se recorte en Educación en la Comunitat Valenciana cuando los diputados de las Corts gastaron 20.000 euros en un mes en la factura del móvil? Cada político tiene su escolta, su coche oficial, su jubilación de oro, como el señor Camps, que ahora está en el Consell Jurídic Consultiu. Se cubren las espaldas y, al final, quien paga la mala gestión es el ciudadano.

¿Y no cree en la vocación política? ¿A todos los corta por el mismo rasero?

Si usted tiene un hijo ahora mismo de 16 o 17 años, ¡métalo en política! Es la mejor carrera que se puede hacer. Olvídese de que estudie idiomas: ahí está Bibiana Aído, sin saber inglés, en una agencia de la ONU para mujeres, porque España es el país que más dinero aporta en esa institución. No hay vocación política. El 70 % de nuestros políticos nunca ha trabajado en la empresa privada. No saben lo que es la competitividad o la especialización. La mayoría de los políticos han entrado a los 16 o 17 años en sus partidos y han medrado. ¿Cómo va a gestionar bien una persona que nunca ha gestionado en la empresa privada?

La veo partidaria del «todos los políticos son iguales»…

No todos los políticos son iguales, pero en esta investigación sobre la gestión política de las 17 autonomías, los 8.000 ayuntamientos, los 3.000 miniayuntamientos y los 100.000 cargos públicos, hemos comprobado que da igual el partido, la edad o el sexo del político. Hay una constante que se repite: la mala gestión política de los recursos.

Son muy críticos con el Estado de las autonomías. ¿Cuál ha sido su mayor error?

En su día, el expresidente francés François Mitterrand dijo que España podía permitirse el Estado de las Autonomías porque era un país rico. Ahora, España ya no es un país rico. Tenemos un modelo que no es ni el de un Estado federal ni el de un Estado unitario. Es un híbrido en el que los recursos están desproporcionados. Y que hace más difícil la movilidad de las personas. ¡Trasladarse de una comunidad a otra es peor que cambiar de país en la UE! La cuestión lingüística es complicada: yo soy valenciana y trabajo en Madrid, pero que se vaya un madrileño a trabajar a Valencia, a Cataluña o al País Vasco. Le van a exigir la lengua, que está muy bien, pero ya no tenemos los mismos derechos y estamos pagando lo mismo. ¿Y por qué el tratamiento sanitario es diferente según la autonomía? Por no hablar de los empresarios: ahí ya es la locura con los trámites.

¿Y un regreso al modelo unitario no sería una estocada a las sensibilidades territoriales y un alejamiento del ciudadano?

Nosotros no pedimos que España sea «Una, Grande y Libre». ¿Pero hacen falta tres ayuntamientos para 200 habitantes? No. No puede ser que existan la pedanía, el ayuntamiento, la mancomunidad comarcal, la diputación provincial, la consejería correspondiente y el ministerio del ramo. Algo sobra. No puede ser que Aragón tenga más de 800 gobiernos. Lo que hay que hacer es ahorrar.

Arremete contra el gasto público en el apoyo a las lenguas cooficiales, como el valenciano. ¿En qué se diferencia ese gasto del que hace el Gobierno con el Instituto Cervantes y la promoción del español por todo el mundo?

El Instituto Cervantes promociona el español, pero no lo impone. Ésa es la diferencia. En nuestro caso: ¿Por qué el catalán se impone sobre el valenciano? Que nos dejen en paz: el valenciano es el valenciano. Estamos encantados de que haya mil lenguas, pero lo que no puede ser es que en 2010, en plena crisis, Baleares se gastara 12,5 millones en política lingüística.

¿Qué proponen respecto a los sueldos de los políticos?

Que el presidente del Gobierno cobre más que nadie, por el principio de responsabilidad que sigue cualquier empresa. Pero aquí hay alcaldes que cobran más que el jefe del Ejecutivo, que tienen 56 asesores personales, que van en un coche como el de Barack Obama… y que gestionan un territorio de sólo 80.000 habitantes.

Hay quien lamenta que las críticas a los políticos y a sus gastos enmascaran una cara más importante de la crisis: la impunidad de especuladores y bancos.

Sí, eso podría ser materia de otro libro, La casta bancaria. El origen de esta crisis es financiero, lo sabemos todos, pero muchos políticos tienen la responsabilidad de cómo han actuado en los años previos a la crisis.

¿Qué solución tiene «la delirante España de los chiringuitos locales» que denuncian?

Que los ciudadanos voten de forma responsable, que los políticos se dejen de milongas, que la Administración sea más transparente y que se castigue con mayores penas los casos de corrupción.