Oviedo

Bajo el título «Fin de toda una vida», el director de «La Voz de Asturias», Juan Carlos Cuesta tomaba ayer la palabra en la despedida: «Hoy es un mal día en esta redacción. Hoy ponemos fin a 89 años de historia escrita en Asturias en uno de los medios más plurales y completos de esta tierra. 89 años de digna existencia que no han podido atravesar el bache profundo en el que se encontraba la cabecera después de una etapa de incertidumbres.

»Se han tocado todos los resortes posibles, se han abierto todos los puntos de encuentro necesarios para que esta triste realidad fuese un mal suceso contado en nuestras páginas. Pero fue imposible. Unos pedían el cielo y otros, que bajaban a la tierra, no tenían fuelle suficiente como para conseguir darle la vuelta a un estado complicado. La caja quebró y fue imposible responder a los deseos de nuestra plantilla, ante los que hay que rendir el más sincero de los homenajes. Los trabajadores de "La Voz de Asturias" son el mejor ejemplo de compromiso con esta casa, han estado a la altura en todo momento respondiendo día a día al devenir de un momento que se estuvo a punto de salvar.

»Nos queda el sabor amargo de no haber podido movilizar a esa parte de la sociedad que, en las últimas horas, se ha posicionado a nuestro lado. No fue suficiente incluso con los compañeros de profesión que estuvieron dispuestos a darlo todo hasta el último momento. A todos hay que darles las gracias y nuestro más sincero reconocimiento.

»Habrá tiempo para analizar lo que ha pasado en tantos años. Hoy no puedo más que estar al lado de las personas que hace unos minutos acordaban que mañana no salíamos a la calle. Hay que comprender el enorme sacrificio planteado hasta el último minuto. La historia se escribe con renglones torcidos y el nuestro lleva letras de tanta confianza en el futuro como desesperanza en el presente.

»Gracias a nuestros lectores, a los que habéis estado a nuestro lado y nos habéis ayudado a llegar hasta esta orilla. Los motivos son conocidos. La crisis ha pasado una enorme factura, la pérdida de ingresos ha sido constante y la venta en el quiosco también ha sufrido estos malos augurios (...).

»Muchas gracias y hasta siempre».