Lasse Hallström se dedica a sacar adelante películas amables: «Las normas de la casa de la sidra» o «Chocolat» son ejemplos del trabajo de un director muy ocupado en rodar como un buen escritor de best sellers rodaría. Encadena buenos sentimientos y, aunque a veces le salga bien la jugada, en general siempre termina en una paradoja; quedándose en un limbo desprovisto de aquello que sus filmes buscan más descaradamente: una emoción pura y definitiva que conmueva al espectador en su silla.

En «La pesca del salmón en Yemen» dirige a la improbable pareja de los estupendos Ewan McGregor y Emily Blunt para contar las vivencias de Fred Jones (McGregor), un científico que es contratado por un jeque árabe con una propuesta imposible: criar salmones en Yemen para que el buen multimillonario pueda dedicarse a su gran afición, la pesca con mosca, en su propio país. En ese lugar, el bueno de Fred conocerá a Harriet Chetwode-Talbot (Emily Blunt) y comenzará una de las monísimas fábulas de amor de Hallström.

Apoyada en sus dos intérpretes y en las apariciones de Kirstin Scott-Thomas, «La pesca del salmón en Yemen» termina con la misma sensación de todos los proyectos del director: una premisa de partida propia de best seller, un desarrollo amable y un total olvidable. Quizá no se pueda pedir más al cine o quizá, marco la segunda opción, sí.