Oviedo, Javier NEIRA

Cinco funciones de ballet en doce días a partir del próximo lunes. El festival de danza de Oviedo, que este año tiene especial empaque y dimensiones para celebrar los ciento veinte años del teatro Campoamor, entra en unas jornadas tan destacadas como apretadas. El festival está organizado por el Ayuntamiento de Oviedo y cuenta con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA.

El pasado 15 de marzo actúo en el Campoamor la primera compañía del ciclo, el ballet del Kibbutz. Desde el palco oficial del teatro siguió la función Alon Bar, embajador de Israel en España.

El próximo lunes volverá la danza a Oviedo, con el Ballet du Grand Théâtre de Genève, y después, los días 4, 5, 7 y 11 de mayo, otras cuatro funciones, a cargo de algunas de las mejores formaciones del momento.

La compañía suiza, que dirige Philippe Cohen, ofrecerá en realidad dos títulos en una misma sesión, primero «Transit umbra» y a continuación «Sed lux permanet».

La danza académica rusa, a cargo del ballet del Kremlin, seguirá a los suizos, en dos funciones distintas, el viernes 4 de mayo con el clásico «Giselle», y al día siguiente, «Fígaro». El ballet del Kremlin está dirigido por Andrei Petrov, que, asimismo, coreografía el segundo título sobre música de las óperas, «El barbero de Sevilla», de Rossini, y «Las bodas de Fígaro», de Mozart, ambas de inequívocos ecos españoles.

El día 7 de mayo, lunes, será para Víctor Ullate y el conjunto que lleva su nombre, patrocinado por la comunidad de Madrid. Ullate, que es de reencuentro obligado para el Campoamor, ofrecerá una de sus coreografías más intimistas y exitosas bajo el epígrafe de «Samsara».

Por último, el día 11, el ballet de Zúrich, uno de los mejores del mundo, llegará al teatro Campoamor con «In den winden in nichts», una coreografía de su director, Heinz Spoerli, pensada y basada en las suites para violonchelo solo de Bach. El instrumentista Claudius Hermann interpretará en directo las piezas barrocas como acompañamiento de los bailarines.

La formación suiza es una de las mejores del actual panorama mundial, con un acentuado sentido de la innovación. El director, Heinz Spoerli, se suele autodefinir como un fabricante de danza, para, de esa manera, marcar la dimensión laboral y de puro esfuerzo que subyace a las vistosas evoluciones escénicas de su grupo. La producción «In den winden in nichts» -«En el viento, en la nada»- se atreve con las suites para violonchelo de Bach, consideradas como una de las cumbres de la música de todos los tiempos, porque, según Spoerli, la coreografía es un diálogo con la música que no debe regatear o rehusar las mejores piezas de la literatura musical universal. Claudius Hermann es solista de la Orquesta de la Ópera de Zúrich. Con su violonchelo llevará al ballet a su espíritu más puro.

Después de estas cinco funciones en doce días, que irán del próximo lunes al viernes 11 de mayo -un auténtico «tour de force»-, el festival de danza aún ofrecerá el 13 de junio la actuación de los Ballets de Montecarlo, la compañía de Jean Christophe Maillot, con «Cenicienta», sobre música de Sergei Prokofiev.