Oviedo, Javier BLANCO

Antón Reixa (Vigo 1957) es músico, muy célebre y celebrado en su etapa de «Os Resentidos»; es poeta, guionista, filólogo y productor audiovisual con Filmanova. Además lidera Aunir, una candidatura para las elecciones la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). Ayer habló con LA NUEVA ESPAÑA poco antes de mantener una reunión con socios asturianos en Oviedo, a los que quería explicar su programa.

-¿Y qué es Aunir?

-Es una plataforma que reúne a 31 autores de teatro, música, del sector audiovisual... Hemos unificado criterios para presentarnos a la junta directiva de SGAE. Nuestro ideario es devolver la SGAE a los socios. La mayoría hemos vivido al margen de la gestión. En una situación como la actual sólo el compromiso y la participación de autores nos proveerá de un futuro mejor.

-¿Por qué no estaba SGAE en manos de los socios?

-Es un dato estadístico. En las últimas elecciones votaron 1.500 de 8.000 y el presidente saliente, Eduardo Bautista, acumulaba las funciones desde hace treinta años. Poca participación y poca renovación.

-¿Se observa en el «logo» de Aunir el rótulo refundación? ¿Van a refundar?

-Es un término que acuñó la propio inercia de SGAE. El informe de la auditoría utiliza esa expresión. Es renovación y regeneración. Es eso; hay que regenerarla. Ésa es la cuestión esencial. Eso nos corresponde hacerlo a los autores con la firmeza de defender el derecho de autor. Defender este modelo de gestión colectiva de derecho de autor. Esto se perdería si pasara a manos de la Administración o de agentes privados. Debemos tener humildad. Ante las circunstancias, desde que la Guardia Civil entra en la sede de la SGAE de Madrid; pero ya antes de eso la imagen estaba deteriorada. Pero si se suma la «operación SAGA», la estafa de 30 millones y lo que queda por investigar...

-¿Cómo se reparte el dinero?

-No es tan misterioso. El 80% se basa en las declaraciones de los clientes: radios TV, taquillas, lo que se deja al albur de los sondeos es una pequeña parte. Es cierto que es complejo repartir. Por ejemplo, en TV confluyen obra audiovisual y musicales. Bueno, es un sistema complejo que proponemos, fundamentalmente, difundir. Por complejo que sea, tiene que ser explicable y seguro que es mejorable.

-No estaba, digamos, demasiado explicado.

-Había un afán de oscurantismo en el sentido de que normalmente estas situaciones que se basan en cierto autoritarismo necesitan opacidad para perpetuarse. Y es fundamental divulgar los criterios de reparto. Queremos poner en marcha la oficina del defensor del socio.

-¿Qué opina de la imposición del canon digital?

-Estaba anticuado, ya había una pequeña cantidad que se pagaba por copia privada. Hay que adecuarlo a la normativa europea. La compensación por copia privada va a cargo del Estado y no queremos una carga en los Presupuestos Generales, queremos ser compensados por lo que nos afecta.

-¿»Ley Sinde», descargas, propiedad intelectual?

-Dos cosas: la ley no puede ser una disculpa para menoscabar la libertad de expresión; los que han de ser perseguidos son quienes obtienen lucro con esas descargas. No tiene sentido criminalizar al usuario. Tiene que haber leyes que sancionen las prácticas irregulares, pero más estratégico es que se regularicen los contenidos culturales. Una estrategia de diálogo entre todos los agentes e implicar a los operadores. Saben que un valor añadido es la capacidad para descargar contenidos culturales. Que sea legal y que sea un servicio para los usuarios de la cultura. Eso es lo que va a hacer atractivo para los usuarios todo lo que ofrece internet. Es más fácil encontrar un pieza en Spotify, que es el ejemplo legal. Tardas menos que buscarlo entre tus CD.

-¿Cómo es el equipo que lo acompaña?

-Somos treinta y una personas. No somos nombres con excesivo glamour mediático. Somos una clase media de profesionales de la autoría y creación cultural. Hay que pensar que en la Sociedad de Autores pueda darse disparidad entre músicos, autores de teatro o los autores audiovisuales. Compartimos ese ideario de que sólo lo socios van a regenerar la SGAE, el ideario de que ser directivo no se puede convertir en un medio de vida. Estamos muy preocupados por la normalización del derecho de autor en la red y por la transparencia.

-¿Los años de la gestión anterior tiene algo de positivo?

-Lo de la gestión anterior es paradójico. Eduardo Bautista, en los años ochenta, supuso al democratización. Era la época de Franco y la sociedad funcionaba como entidad pública. Estaba dominada por músicos militares que trampeaban en la recaudación: registraban obras de ellos que nadie tocaba. Y Bautista supone la democratización y que se dé entrada a un montón de autores. Y la degeneración viene precisamente de los treinta años de perpetuación en el poder. La red de teatros ha sido una inversión arbitraria, megalómana, desorientada. Y, claro, ha supuesto un gasto de 250 millones, con 150 de créditos que suponen un gasto para la Fundación Autor de 14 millones.

-¿Puede explicarle a un peluquero por qué tiene que pagar?

-No son la parte principal de la recaudación, es por otros soportes. Y luego hay que explicar que la ley lo establece. Una cosa es la radio en tu casa, otra al público y, claro, es distinta tarifa la de un peluquero que la de una discoteca? Vamos a acudir a la red comercial, que son 200 personas autónomas que son las que van a la calle y dan las licencias y cobran. Son la parte sensible de la organización, los que nos conectan.