Economista de la Universidad Pompeu Fabra

Oviedo, P. Á.

Marta Reynal-Querol es investigadora del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y experta, entre otros campos, en causas de las guerras civiles y resolución de conflictos. Está en Oviedo como miembro del jurado del premio «Príncipe de Asturias» de Cooperación Internacional.

-¿Cómo ve la evolución de la «primavera árabe»?

-Estos países están en una situación muy interesante, pero también muy difícil, porque los tránsitos de dictadura a democracia son el período en los que más conflictos hay. Muchas veces cuando hacemos investigaciones vemos que las democracias y las autocracias tienen niveles parecidos de violencia. ¿Y eso cómo puede ser? Porque las autocracias reprimen tanto que impiden hasta la violencia; pero estos períodos de cambio son muy peligrosos y tienen que ser llevados muy bien, porque, si no, pueden quedarse estancados en años de violencia. Éste es el peligro que tienen estas revoluciones, que, obviamente, son buenas si evolucionan hacia la democracia, pero se tiene que ir con muchísimo cuidado.

-¿Qué tipo de reivindicaciones son las que más pesan en un movimiento de esta naturaleza?

-Si la gente no está a gusto, sea porque es pobre, porque está reprimida, porque no se siente representada por las instituciones, todo eso son posibles causas de revolución social. Las causas económicas son objeto de un debate más profundo, porque vemos que cambios económicos muy agudos son los que pueden generar conflictos, mientras que la pobreza en sí, prolongada, no causa violencia. Podemos ver países con unos niveles de riqueza medios que, al sufrir un cambio muy grande, sufren oleadas de violencia. Y ésta es una de las cosas que puede producir la crisis que tenemos actualmente: cambios bruscos de renta provocan revolución social; más que la pobreza en sí, es el cambio.

-En qué puede traducirse.

-No tiene por qué ser violencia explícita, pero empiezan con revoluciones, o con manifestaciones en las calles, etcétera. En algunos casos, eso puede llegar a fenómenos más violentos que en otros. Todo depende de cómo maneje el Gobierno estos movimientos sociales.

-¿En qué medida se puede creer que una «mano oculta» dirige los procesos de los países árabes?

-Es un conflicto que ha estado muchos años latente. Las ganas de la gente de revolucionarse estaban ahí. Que haya un fenómeno aleatorio que hace un año provoca el comienzo de las revoluciones puede tener como causa las nuevas tecnologías o miles de cosas, pero el conflicto estaba latente. No creo en «manos negras». Tengo una visión bastante científica.

-¿Y manipulaciones en la evolución de los procesos?

-Puede haber grupos que intenten coger el poder de modo que, en vez de llegar a la democracia, se vuelva hacia atrás; pero no estamos hablando de un golpe de Estado, sino de una revolución llevada por individuos, con lo cual sería muy poco estratégico que llegara un grupo que quisiera implantar otra dictadura porque sabría que estaría abocado a más de lo mismo, a otra revolución.

-¿Qué puede hacer Occidente para propiciar un avance de las libertades en estos países?

-Es muy complicado, porque las intervenciones de Occidente se ven como injerencias. Son ellos, los ciudadanos de esos países, los que con mucha información tienen que hacer su propia revolución, y Occidente debe apoyar las libertades y la democracia. Lo que sí veo muy claro es que cuando diariamente se registran muertes de civiles, de inocentes, es cuando sí se debe intervenir, hay que hacer algo. Se trata de salvar a niños y a mujeres, y eso está por encima de cualquier otra consideración.

-Algunos países latinoamericanos están creciendo económicamente, y eso puede conllevar una revolución pacífica y silenciosa.

-Lo que tienen que intentar estos países es no dejar grupos sociales excluidos de este crecimiento. Si no es igualitario, tendrán conflictos sociales en el futuro. La clave es que todo el mundo esté incluido en la gobernanza del país.

-Solución, la clase media.

-Tener una clase media fuerte es clave para mantener estables las democracias. Es fundamental que todo el mundo esté involucrado en el crecimiento del país.

-¿Es usted de las que piensa que a medio plazo quien gane 1.500 euros al mes en España va a ser clase media-alta?

-No lo sé. Podría ser.