Oviedo, M. S. MARQUÉS

Número uno en los últimos exámenes del PIR al que se presentaron 3.693 psicólogos, Raúl Merino (Valencia de Don Juan, 1984) es un enamorado de Asturias, territorio que siente próximo desde sus veranos infantiles. En los años en que centenares de asturianos cruzaban el puerto para disfrutar del sol en Valencia de Don Juan, la familia Merino hacía el recorrido contrario para pasar algunos días en las playas de Llanes, Lastres o Tapia. Son los primeros recuerdos de Asturias que vienen a la memoria del joven psicólogo.

Algunos años después, tras un brillante Bachillerato y hacerse Ayudante Técnico Sanitario (ATS), Raúl Merino eligió Asturias para iniciar los estudios de psicología en Oviedo. «Me habían hablado bien de la Facultad y me gustaba la ciudad, por eso preferí venir aquí que ir a Salamanca». Ahora, casi seis años después de aquellos comienzos, se muestra satisfecho con una elección que le ha permitido conseguir el premio extraordinario fin de carrera y le ha abierto las puertas de un futuro profesional al que se asoma con los laureles del número uno.

«Estoy contento de haber elegido Oviedo, de la calidad del profesorado y de las investigaciones que se realizan en la Facultad». Ahora que deja atrás las aulas, reconoce que durante algún tiempo dudó entre la alternativa de realizar el doctorado para dedicarse a la docencia y optar por la psicología clínica, materia que finalmente le arrastró. Decidió apuntarse al curso de preparación del Colegio de Psicólogos de Oviedo y tras unos cuantos meses de encierro y estudio intensivo llegó el éxito. «Para mí fue una sorpresa, salí contento pero no esperaba ser el primero».

Lo conseguido no es poca cosa si se tiene en cuenta que por cada una de las plazas PIR convocadas para todo el Estado se presentaban 26 personas, una ratio mucho más elevada que en el resto de las especialidades sanitarias. En total, se convocaban 141, a las que concurrían 3.693 aspirantes.

Haberse alzado con el número uno en los exámenes le da el privilegio de elegir el centro sanitario en el que realizará durante cuatro años la especialización. Y apostó por el Hospital de León. «Me decidí por León porque estoy en casa y porque la especialidad, que se pone en marcha este año, cuenta con un buen programa formativo». Además el hospital no le es ajeno, en él ha trabajado durante los últimos veranos como ATS mientras cursaba los estudios universitarios en Oviedo.

Entre el trabajo y el estudio tiene tiempo para el deporte y la diversión, pero se confiesa contrario a las redes sociales que hacen furor entre los jóvenes de sus edad. No frecuenta ni Facebook ni Twitter, ni Tuenti. «Para mí es una forma de degradar la comunicación humana que ha existido desde siempre», aunque también entiende que es el futuro y que tiene sus ventajas en el campo de la información». Está convencido de que «el instrumento es bueno, el problema es el uso que la gente hace», pero aún así no se anima a subirse a la nube.

Raúl Merino fue siempre un buen estudiante que compartió esa tarea con otras muchas actividades. Una de las que se siente más orgulloso es la de tocar el clarinete en la banda de su pueblo. Le gusta la música, afición que comparte con el cine y con los viajes. Italia está entre sus lugares preferidos.

Como a casi todos, le preocupa la crisis y no cree, como pudiera parecer, que afecte menos a los psicólogos que a otros profesionales aunque la difícil situación esté desquiciando a muchos ciudadanos. «El momento es tan complicado que no creo que ir al psicólogo sea lo prioritario cuando hay otras necesidades. No veo posibilidad de que nos beneficie sino que nos perjudica como al resto».

El próximo 10 de mayo, Merino inicia su andadura como profesional de la psicología, lo hace con ganas de aprender y de ayudar a muchos jóvenes y mayores que lo necesitan. Comenta que dos de los aspectos de su carrera que más le interesan son los relativos a dolencias que afectan al mundo infantil y juvenil, y también la psicología de la salud «para ayudar a las personas a llevar un estilo de vida más saludable».

Hay muchas cosas en su entorno con las que no está contento, pero tampoco tiene muy claro cómo se pueden mejorar. Una de ellas es el sistema sanitario, en el que cree que se deben optimizar más los gastos. Vio un buen principio para resolver situaciones injustas en el movimiento del 15-M, pero lo decepcionó el final. «Creo que hacen falta movimientos así para mover las cosas, siempre que no acaben degenerando, como ocurrió por alargar las acampadas reivindicativas».

Raúl Merino no quiere terminar sin declarar su amor por Asturias y la gente asturiana, «abierta, simpática y sociable», sólo pone una pega al clima y al bollo preñao, que no le entusiasma demasiado, prefiere, sin duda, la sidra.