Santillana del Mar, Andrés MONTES

La cueva de Tito Bustillo, en Ribadesella, alberga una de las muestra más tempranas de la capacidad humana para plasmar gráficamente su pensamiento simbólico. Una de las figuras de la galería de los antropomorfos tiene una antigüedad que oscila entre los 35.500 y 29.600 años, según la nueva cronología del arte paleolítico en las cuevas de la cornisa cantábrica que hoy será portada de la revista «Science». La cueva cántabra de El Castillo tiene una muestra todavía más lejana, un gran punto rojo en el Techo de las Manos pintado hace más de 40.800 años.

El artículo, cuya publicación en la revista americana constituye la garantía de su validación científica, es el resultados de cuatro años de trabajo de once investigadores de cuatro nacionalidades en once cuevas del norte de España, nueve de ellas cántabras, encabezadas por Altamira y El Castillo, y dos asturianas, Tito Bustillo y Pedroses. Los integrantes de este grupo trabajan para nueve instituciones académicas y científicas: las universidades de Bristol, Barcelona Sheffield, Alcalá de Henares, Cantabria y el País Vasco, junto con el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos, y el Museo y el Centro de Investigación de Altamira).

El método de datación, conocido como series de uranio, permite fijar en el tiempo obras realizadas con pigmentos minerales -las características «pinturas rojas» del arte rupestre, el negro del manganeso y los grabados- imposibles de fechar a través del carbono 14, sólo apto para trazos hechos con carbón. La técnica del uranio consigue establecer el tiempo en que se formó la costra calcítica que recubre las pinturas o que está debajo de ellas, y, a partir de ahí, determinar el momento en que fueron ejecutadas. Con este procedimiento, el equipo de investigación realizó medio centenar de dataciones. Las más significativas son las de El Castillo, Altamira y Tito Bustillo. Estos resultados superan al arte rupestre considerado hasta ahora más antiguo, en Francia y Portugal, que no rebasaba los 30.000 años. La muestra más temprana localizada es un disco, un gran punto rojo en la cueva de El Castillo, en Puente Viesgo, pintada hace 40.800 años. En este mismo yacimiento figura una mano negativa en rojo de hace 37.000 años, anterior a un gran signo triangular sinuoso localizado en el Techo de los Polícromos de Altamira y que data de hace 35.600 años. Tras estas muestras se encuentra la figura de la Galería de los Antropomorfos de Tito Bustillo, en la que la medición de los restos calcáreos que se encuentran por encima y por debajo revelan que fue ejecutada en un período de entre 35.500 y 29.600 años.

Estos resultados abren «un horizonte inesperado, en palabras del arqueólogo portugués João Zilhão, del departamento de Prehistoria de la Universidad de Barcelona y uno de los promotores del proyecto de investigación. Zilhão defendió ayer en el Museo Nacional de Altamira, en Santillana del Mar, junto a otros seis miembros del grupo de investigación la absoluta solvencia científica de este trabajo, «cuyos resultados no son cuestionables desde el punto de vista metodológico y se han obtenido a través del método más preciso para la datación del Período Cuaternario, que permite calibrar los errores sistemáticos que nos da el método del carbono».

En la línea de toda novedad científica, la cronología que ahora amplía la edad del arte rupestre de la cornisa cantábrica plantea más preguntas que respuestas. Zilhão considera que «estamos ante un nuevo paradigma». Las pinturas ahora datadas se encuentran en el límite de un tiempo de gran interés para prehistoriadores y paleontólogos, el momento en que coinciden en un mismo territorio los neandertales, en regresión, y el hombre moderno, que empieza a sustituirlos en escenarios que hasta entonces habían sido su territorio exclusivo.