Oviedo, M. S. MARQUÉS

Los recortes también llegan a Cajastur. La normativa legal que impide a las entidades financieras repartir dividendos hasta el año 2015 impone un recorte drástico en las prestaciones sociales y culturales que Cajastur venía desarrollando en los últimos años. La obra cultural se queda sin actividad y la social disminuirá sustancialmente sus apoyos financieros.

La nueva legislación viene a confirmar la poda iniciada hace algún tiempo en las cantidades destinadas a la obra cultural. Ahora la nueva pauta suprime definitivamente las aportaciones a este tipo de actividades para atender cuestiones de índole social que los responsables consideran más urgentes y necesarias en tiempos de austeridad.

Con esta perspectiva se puede decir que la actual exposición «Rasgos de Arte. Esencia de coleccionismo», que se exhibe en el Palacio Revillagigedo de Gijón, gestionado por Cajastur, será por el momento la última actividad de índole cultural que promueva la entidad.

El objetivo ahora es dedicar todo el remanente a la obra social. Con esa finalidad, en la última asamblea general de Cajastur, se aprobó un presupuesto de 29 millones de euros. De esa cantidad, 9,6 millones proceden de recursos no utilizados en el pasado y el resto está pendiente de confirmar, pero todo parece indicar que se podría obtener con un crédito de Liberbank, el banco que lidera Cajastur.

Con esta opción, la entidad tratará de mantener la financiación de las numerosas actividades que realiza a través de asociaciones y fundaciones en beneficio de colectivos de enfermos, discapacitados y personas con riesgo de exclusión social. Con estos fondos, Cajastur viene colaborando con entidades como la Cocina Económica de distintas localidades, asociaciones de caridad, bancos de alimentos y otras instituciones dedicadas a cubrir las necesidades básicas de sectores sociales más desfavorecidos.

También en su nómina de beneficiarios se incluyen los apoyos al ámbito científico y de investigación, centros como el Instituto Universitario de Oncología y la Fundación para el Progreso Soft Computing, a los que hay que sumar el apoyo a otros proyectos de investigación sanitaria. El Instituto de Oncología fue una apuesta decisiva de Cajastur, que cuenta con un presupuesto anual de 900.000 euros.

Los recortes pueden afectar a todos. Cajastur ha empezado a comunicar a ayuntamientos y al Principado la nueva situación y lo que supone de cara a establecer una nueva estrategia que obliga a priorizar los recursos disponibles.

Tampoco está clara la política que se va a llevar a cabo con los centros sociales que la entidad mantiene en las principales ciudades de la región. El coste que supone mantenerlos abiertos forma estos días parte del debate y estudio de cifras que llevan a cabo los responsables de Cajastur para repartir y estirar los remanentes dando prioridad a las necesidades más urgentes.

Los ajustes también afectarán al personal, tanto de la obra social como cultural, aunque los objetivos de la entidad son reubicar a los empleados o darles la opción de acogerse a la jubilación anticipada.