Salamanca

Un grupo de expertos -canteros, historiadores, escultores y aparejadores- han vinculado el origen del claustro de Palamós con restos románicos de la catedral vieja en la ciudad de Salamanca, en un trabajo de investigación que están realizando.

El estudio, a cuyo frente está el aparejador e historiador Jesús Maldonado, sugiere que el claustro de Palamós, una recreación historicista según un informe de la Generalitat de Cataluña, pudiera haberse entramado con elementos de otro existente en la catedral vieja, que se reformó en el siglo XVIII por los daños sufridos a raíz del terremoto de Lisboa (1755).

La arcada de Palamós, en una finca privada de este municipio gerundense, vio la luz pública a principios del pasado junio, tras las pesquisas realizadas por el profesor leonés de origen asturiano de Historia del Arte Gerardo Boto, aunque dos meses después un estudio de la Generalitat de Cataluña determinó que es una recreación historicista construida en el primer tercio del siglo XX, y no un claustro románico del XII. Sin embargo, en este estudio oficial se concretó que la piedra con la que estaban construidos los arcos, las columnas y las bases era arenisca de Villamayor, un municipio cercano a Salamanca del que han salido la mayor parte de los sillares con los que se han construido los monumentos salmantinos.

«Se cargaron el claustro románico de la catedral vieja desmontando las arcadas exteriores con zócalo, basas, fustes, capiteles, chambranas, cornisas y escudos», ha insistido Jesús Maldonado, quien también ha trabajado en la restauración de edificios emblemáticos de Salamanca como la Clerecía o la fachada histórica de la Universidad.

Este investigador se ha preguntado por el destino «de las arcadas desmontadas en el claustro románico de la catedral vieja», y él mismo ha respondido que, «o bien se han destruido, o se han utilizado como objeto de venta, por lo que podrían estar en Palamós».

La investigación de los expertos salmantinos vinculó en un principio el hallazgo de Palamós a dos claustros románicos de los que apenas quedan seis arcadas y que todavía se mantienen en pie en Salamanca: el del convento de Nuestra Señora de la Vega y el de la antigua seo.

Ambos fueron desmontados y sustituidos en la segunda mitad del siglo XVIII con la participación de arquitectos como los García de Quiñones, «apasionados por el furor barroco que destruía el arte medieval desordenado, como definían, y que habían heredado», según Maldonado.

Tras diversas comprobaciones se ha descartado la opción del convento de Nuestra Señora de la Vega, por una diferencia de medidas de los capiteles y las basas de este claustro con los de Palamós.

Gerardo Boto, uno de los estudiosos del románico castellano, siempre ha mantenido que el origen de los capiteles del claustro de Palamós podría ser alguna de las iglesias o monasterios de Castilla y León. Boto basó su teoría de autenticidad en el desgaste de la piedra y, sobre todo, en un emblema heráldico en forma de fortaleza que representa la corona de Castilla.