La promoción de la paz y los derechos humanos dentro y fuera de sus fronteras ha sido objetivo clave de la Unión Europea (UE) en su más de medio siglo de historia, en que se ha consolidado como el gran donante mundial y representante de un exitoso "poder blando" con algunos sonados fracasos.

El premio Nobel de la Paz concedido a la Unión le reconoce principalmente el logro de haber transformado "la mayor parte de Europa de un continente en guerra a un continente en paz", pero también se deriva de sus esfuerzos por extender ese papel estabilizador al resto del mundo.

Sus éxitos se han concentrado en su área de influencia más cercana y su mejor herramienta para lograrlo ha sido su política de ampliación, con la que también ha promocionado la paz y los derechos humanos.

Primero, en la década de los 80, con la adhesión de Grecia, España y Portugal tras el fin de sus dictaduras, y tras la caída del muro de Berlín, extendiéndose hacia el este, para concentrarse ahora en los Balcanes, con la próxima adhesión de Croacia.

En paralelo, la Unión ha tratado de construir una diplomacia común caracterizada por evitar el uso de la fuerza y centrada en la prevención de conflictos.

Sin embargo, las divergentes visiones de sus Estados miembros le han impedido grandes avances, como se demostró recientemente con la falta de unidad ante la crisis en Libia, el escaso peso europeo en el conflicto palestino-israelí y, sobre todo, el fracaso en la guerra de los Balcanes, donde la Unión fue incapaz de evitar un sangriento conflicto prácticamente en sus propias fronteras.

"El historial no es muy bueno", explicó hoy a Efe el director del centro de estudios Carnegie Europe, Jan Techau, para quien el premio Nobel debe ser un acicate para que los Veintisiete impulsen su protagonismo en el exterior.

Según Techau el galardón es "merecido" por la paz que la UE ha traído a Europa, y supone además un "buen mensaje" para que el bloque sea consciente de sus logros y los proyecte hacia el resto del mundo en un momento en el que se ha encerrado en sí mismo por culpa de la crisis.

Si en el terreno de la influencia política Europa no ha logrado un papel acorde con su potencial, sí lo ha hecho en de la promoción de los derechos humanos y la ayuda a los más necesitados, donde ha conseguido "grandes logros", aseguró a Efe el director de la oficina europea de Amnistía Internacional, Nicolas Berger.

Herramientas dignas de admiración

Pese a que tiene en su cuenta puntos negros como el apoyo durante años a las dictaduras del norte de África derrocadas por la primavera árabe, según Berger el balance es más bien positivo, pues la Unión ha desarrollado una "serie de herramientas dignas de admiración" en el ámbito de la cooperación.

No en vano, es con gran diferencia el principal donante de ayuda internacional y en solitario concedió el pasado año el 50 % del total mundial.

En los últimos 20 años, la Unión ha canalizado ayuda por valor de 14.000 millones de euros para las víctimas de conflictos o catástrofes naturales en 140 países, según datos de la Comisión Europea.

Todo ese apoyo, según defiende Bruselas, se concedió guiándose por los principios de "humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia".

"La ayuda humanitaria de la UE se da sin tener en cuenta ninguna agenda política y busca ayudar a aquellos que están en mayor necesidad, sin importar nacionalidad, religión, género, origen étnico o afiliación política", recordó hoy el Ejecutivo comunitario.

La contribución europea a la paz en el mundo no ha sido sólo económica, sino también con actuaciones sobre el terreno.

A día de hoy, la UE tiene desplegadas una docena de misiones civiles y militares alrededor del mundo para promover la estabilidad en regiones en conflicto o post-conflicto, desde Bosnia a Afganistán, pasando por la República Democrática del Congo o los territorios palestinos.

Ese trabajo logra el reconocimiento de los ciudadanos incluso en una época en la que la imagen de la UE entre la población ha caído a niveles mínimos y, para algunos, justifica un premio como el Nobel.

"Me parece bien porque (la UE) hace muchas acciones para la paz y acciones humanitarias en el extranjero. Acciones civiles y militares en África, en los Balcanes, también en Palestina e incluso en Indonesia", indicó a Efe Estefanía Mántaras, una politóloga española residente en Bruselas.