Oviedo, Eduardo GARCÍA

De los 92 años de su vida, Alfonso Camín se pasó más de cincuenta editando sin apenas interrupción. Quedó mucho por publicar porque Camín, poeta, novelista y ensayista vivió para escribir.

Lo que se publicó y lo que quedó definitivamente pendiente ocupa hoy una estantería en la planta tercera de la Biblioteca de Asturias, la Pérez de Ayala, en Oviedo. Es el resultado de un legado acordado por la viuda del escritor, Rosario Armesto y por el entonces consejero de Cultura, Manuel Fernández de la Cera. Fue en torno a 1987 y el Principado pagó una cantidad que sirvió como mensualidad a modo de pensión de Rosario mientras vivió.

«Es que en los últimos años de Alfonso Camín el matrimonio pasó por dificultades económicas. Yo creo que la viuda no tenía ni para vivir», explica Fernández de la Cera. El entonces consejero conocía bien la casa de Porceyo. Fueron años intensos en la recuperación del patrimonio literario asturiano porque De la Cera participa también desde la Consejería en la compra del legado de Pérez de Ayala y parte del legado de Leopoldo Alas «Clarín».

No fue difícil llegar a un acuerdo con la viuda de Camín, pero Fernández de la Cera recuerda el aluvión de presiones que le cayeron encima cuando desde la Consejería de Cultura se intentó coincidir la compra del legado literario con la reedición de algunas de las obras de Alfonso Camín. «Empezaron a presentarse personas que decían que eran hijos naturales del escritor. Uno desde México. Y decían que cuidado con lo que hacíamos que ellos tenían sus derechos y que contaban con pruebas de parentesco. Nos atemorizaron». Así que no hubo reediciones.

De la Cera se quedó con una imagen de Camín ya anciano «y muy alejado de la vida airada que había llevado. Un personaje al que la gente quería mucho. Recuerdo la fascinación que tenía por él el poeta llanisco Celso Amieva».

Milagros García, directora de la Biblioteca de Asturias, y Santiago Caravia, jefe de sección de Bibliografía Asturiana, repasan el contenido de un legado que no es de uso frecuente. Allí están los 87 libros, muchos de los cuales hechos encuadernar en Cuba y México por el propio autor con tapa dura y estética clásica y uniforme. Y junto a ellos, 21 carpetas en las que hay un mucho de todo: papeles manuscritos, notas, cuartillas mecanografiadas, recortes de periódicos...

Allí está la materia prima para lo que iban a ser los dos libros que completaran el círculo de sus memorias, «Entre nopales» (memorias mexicanas) y «Entre madroños» (memorias madrileñas). A Camín le dio tiempo a publicar «Entre manzanos» y «Entre palmeras» en 1952 y 1958.

Los originales de «Entre nopales» y «Entre madroños» están en un estado de elaboración avanzado. Los recuerdos de la vida bohemia madrileña, donde Alfonso Camín alternó con Federico García Lorca y Ramón Gómez de la Serna, y conoció a Santiago Ramón y Cajal, no tienen desperdicio, según el presidente de la Asociación Literaria Alfonso Camín, el poeta cubano Víctor Puertodán, uno de los organizadores de los actos que con motivo del 30 aniversario de la muerte del poeta de Asturias tendrán lugar en las próximas semanas. Parte de esas memorias ya habían sido publicadas de forma muy fragmentada en la revista Norte y en la revista Vea (en esta última en forma de colaboraciones y bajo el título genérico de «Mis memorias y las de los demás»).

En el catálogo que la Consejería de Cultura editó con ocasión de la compra del legado y firmado por Antonio Fernández, hay todo un mundo literariamente inédito. En una de las carpetas Alfonso Camín había reunido hasta 150 poemas en más de 250 hojas tamaño cuartilla de un posible libro que podría llevar como título el de la propia carpeta: Canciones de Mocedad y Nuevos Poemas.

Hay carpetas con hojas sueltas con apuntes de cuentos, esbozos argumentales, anotaciones de posibles títulos... Poemas a medio hacer, novelas que se quedaron a medio camino y hasta documentación para algún proyecto cinematográfico. Camín guardaba y guardaba con afán de seguir trabajando y en muchos casos de forma meramente acumulativa. Trabajaba en proyectos pendientes, pero también enriquecía los originales de libros ya publicados, con vistas a futuras reediciones.

Además de los libros y los originales manuscritos, la joya de la corona son los más de doscientos cincuenta números de la revista Norte, fundada y dirigida por Camín, un fondo de valor literario pero también documental para conocer la vida de la isla desde 1929. La presencia de Camín en las páginas de Norte es muy frecuente, sobre todo dentro de su vertiente lírica.

«Ambos Mundos», la segunda revista representada en el legado de Camín en la Biblioteca de Asturias, no deja de ser una anécdota. Salieron seis números, se autotitulaba «revista trimestral hispanoamericana», con estética y propósitos parecidos a Norte. Se da la circunstancia de que en aquel momento, año 1962, Camín estaba incurso en un contencioso por las dudas sobre la propiedad del nombre de la revista, por lo que abandonó durante un tiempo la cabecera Norte para denominarla «Cuatro Vientos».

«Cuatro Vientos» vivió tan sólo nueve números, hasta que se despejaron las dudas de derechos de «Norte» (en beneficio de Camín), y paralelamente a «Cuatro Vientos» nació y creció «Ambos Mundos», en cuyo primer número ya aparece una poesía de Camín titulada «La piedra del camino».

«Pasaba el tiempo.

Pregunté por ella,

por preguntar,

sin ilusión alguna.

Y me dijeron:

por su mala estrella,

es como noche

sin salir la luna...»