Francisco y Benedicto XVI protagonizaron ayer un acontecimiento histórico sin precedentes. Por primera vez, dos papas se reunieron, conversaron, rezaron, pasearon y, es de suponer, compartieron opiniones sobre la situación de la Iglesia católica y tal vez hablaron del informe «Vatileaks».

El helicóptero que trasladó a Francisco a Castelgandolfo, en el que también viajaban los eclesiásticos Sapienza y Alfred Xuereb, aterrizó sobre las 12.15 de la mañana en el helipuerto. El automóvil de Joseph Ratzinger se aproximó. El Papa emérito se acercó a su sucesor y ambos se abrazaron. La imagen pasará a la historia. En el camino a la residencia de verano de los papas, Francisco se sentó en la parte derecha del automóvil, el lugar tradicional que ocupa el Papa, mientras que Benedicto se colocó en la izquierda. Delante iba el prefecto de la Casa Pontificia y secretario de Ratzinger, Georg Ganswein.

Una vez en el castillo, ambos se dirigieron a la capilla a orar. El Papa emérito le ofreció a Francisco el lugar de honor, pero éste dijo «somos hermanos», y quiso que se arrodillaran juntos en el mismo reclinatorio.

Después se dirigieron a la biblioteca, donde conversaron a solas durante 45 minutos. En la mesa que los separaba se podía ver una caja blanca con documentos y un sobre cerrado encima. Francisco regaló a Benedicto XVI un cuadro de la Virgen de la Humildad.

Cuando se lo entregó, Bergoglio, quien intercaló el «tú» y el «usted» a la hora de hablar, dijo a Ratzinger: «Me permita, cuando lo he visto he pensado en ti por todos los ejemplos de humildad y ternura que nos ha dado en su Pontificado».

Benedicto XVI le tomó las manos y le dio las gracias, a la vez que ambos señalaron que no conocían esa advocación de la Virgen.

Después del encuentro a solas, almorzaron junto a los secretarios Georg Ganswein y Alfred Xuareb. Tras la comida, Francisco regresó al Vaticano y fue despedido en el helipuerto por Benedicto XVI.

Se desconocen los temas de los que hablaron, aunque se sabe que Benedicto XVI ordenó que el dossier sobre el «Vatileaks» -el escándalo de intrigas, enfrentamientos y supuestos casos de corrupción- preparado por tres cardenales -entre ellos el español Julián Herranz- fuera entregado directamente al futuro Papa, es decir, a Francisco. El texto incluye los resultados de la investigación sobre el robo y la filtración de los documentos reservados.

Según el arzobispo Loris Capovilla, que fue secretario de Juan XXIII, Benedicto XVI también ha dejado a Francisco un dossier de casi 300 páginas, escrito de su puño y letra, sobre otros temas diferentes al del «Vatileaks», aseguró el diario italiano «La Stampa».

La de ayer fue la primera vez que se veían personalmente desde la elección de Francisco, aunque ya habían hablado por teléfono en varias ocasiones. Francisco le llamó justo después de ser elegido Papa y también el 19 de marzo, día de San José. El 28 de febrero, pocas horas antes de dejar de ser pontífice, Benedicto XVI se despidió de los cardenales y dijo: «Entre vosotros está el futuro Papa, al que prometo mi respeto incondicional y obediencia».