Oviedo, P. R.

«Y ahora, me pregunto por las cosas / que bien pudieran ser, / pero no han sido...». Víctor Botas (Oviedo, 1945-1994) escribió este poema en 1978 y un año más tarde, ya corregido, lo incluyó en «Las cosas que me acechan», su primer poemario, con el que sorprendió por su madurez a público y crítica. Ese primer manuscrito en la hoja de una pequeña libreta forma parte del legado que desde ayer custodia la Biblioteca Pública de Asturias «Ramón Pérez de Ayala», en Oviedo.

Paulina Cervero, su viuda, y sus cuatro hijos, Paula, Patricia y los gemelos Víctor y Diego, decidieron donar a la institución los muchos papeles y libretas que Víctor Botas dejó a su muerte. Una muerte prematura. Son unas veinte carpetas en las que se guardan anotaciones, poemas inéditos, manuscritos, cartas, un diario y un libro de memorias.

Ayer, Día del Libro, formalizaron la cesión con la firma de un convenio con la Consejería de Cultura por cinco años, prorrogable. La consejera, Ana González, subrayó la importancia del gesto generoso de la familia. «Esta biblioteca es y seguirá siendo la casa de Víctor Botas y mi compromiso es que no sean simples papeles, sino un legado vivo y dinámico que mantenga viva su obra», afirmó.

En la mesa, junto a Paulina Cervero y Ana González, se sentó el profesor de la Universidad de Oviedo, también escritor y poeta, José Luis García Martín, albacea y amigo personal de Botas. Radical defensor de las bibliotecas y del carácter público de la propiedad intelectual, García Martín también depositó el manuscrito de «Rosa, rosae» que el propio Botas le regaló, la novela sobre el Imperio Romano que el autor comenzó a escribir en 1983. «Una autobiografía camuflada», dijo García Martín, y una gran novela que no vio la luz al quebrar la editorial.

«Si yo fuera vanidoso, que no lo soy, diría que Víctor Botas ha tenido mucha suerte con la poesía porque la cuidé yo y muy mala con la prosa, que la cuidaba Carmen Balcells», señaló, provocando la sonrisa de los asistentes.

García Martín no quiso ocultar que se sentía emocionado por el acto. «El sitio de estos poemas, de estos papeles, está aquí. Las bibliotecas públicas tienen el trabajo de conservar, son las que guardan la memoria», añadió.

A Botas, dijo, le encantaría saber que su novela «Rosa, rosae» comparte espacio en la biblioteca pública de su tierra con «La Regenta» de Clarín. «Ambos tenían 49 años cuando murieron, pero Clarín ya había hecho una obra y Botas tenía mucho por hacer».

Al acto asistió también la bisnieta de Clarín Cristina Tolivar Alas, cuya familia también depositó en la biblioteca el legado del escritor.