Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Los separan 50 años. Ellos forman parte de la primera promoción y ellas de la más reciente. Ellos eran todos varones (los 16) y ellas son mujeres en una amplia mayoría (en un colectivo de 52). Ellos empezaron cobrando 1.500 pesetas al mes, y ellas ganan unos 980 euros de sueldo base (a los que hay que sumar guardias). Ninguno de ellos es asturiano, y todas ellas lo son (tres de Oviedo y una de Avilés). Ellos llegaron a jefes de servicio y están jubilados, y ellas empiezan su especialización con una enorme ilusión y una cierta carga de incertidumbre provocada por la crisis.

El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) celebra hoy el 50.º aniversario del inicio de la formación MIR, un proceso en el que el Hospital General de Asturias (hoy integrado en el HUCA) fue pionero a nivel nacional al darle una estructura y unos protocolos al sistema de especialización de los médicos. El acto conmemorativo se desarrollará a partir de las doce del mediodía de hoy, en el salón de actos del propio Hospital General.

LA NUEVA ESPAÑA ha querido reunirlos con el objetivo de poner de relieve las similitudes y diferencias de dos generaciones de médicos entre las que media el redondísimo intervalo de medio siglo.

JESÚS TOURIS (ex jefe de Ginecología): Terminé la carrera en 1962. Me nombraron médico de guardia del Hospital Clínico y estaba adscrito a la cátedra de Ginecología de la Universidad de Santiago de Compostela. En un periódico médico leí lo que pretendían hacer en el Hospital General: una especialidad de una manera ordenada en cuatro años. Me pareció un cambio muy importante con respecto a lo que había en España: para hacer una especialidad dependías de una persona que te conociera, de alguien que te ayudase, porque no estaba establecido un sistema oficial. Me desplacé a Asturias y entré en contacto con el doctor Alonso Lej, que presidía la comisión de docencia. En España había algo parecido en algunos hospitales, pero aquí había un hospital nuevo, una filosofía nueva, un programa bien establecido y, sobre todo, en manos de unos profesionales que se habían formado y que había vivido este sistema en un lugar envidiado por todos: Estados Unidos. El resultado superó con mucho todas mis expectativas. No solamente se nos exigía, sino que nosotros nos exigíamos mucho. Teníamos dedicación plena y exclusiva. Vivíamos en el hospital.

MARÍA VICENTE QUÍLEZ (avilesina, residente de primer año): Elegí estudiar Medicina, en primer lugar, porque sencillamente me gusta hacer el bien, ayudar a la gente. Me gustaba una carrera social, integral, y opté por Medicina. Nunca me he arrepentido. Estudié en la Facultad de Oviedo y decidí que quería seguir en Asturias, porque aquí tengo a mi familia y a mis amistades, y quería seguir en la costa. Además, me parecía que en este hospital podría ver mucha patología y desenvolverme bastante bien. Los tiempos cambian, la tecnología avanza, pero creo que la forma de aprender va en uno mismo. Si tienes espíritu de superación, la esencia de la profesión no cambia. El futuro es impredecible: no puedo adivinar cuál será mi trayectoria.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (ex jefe de Radiodiagnóstico): Pienso que las nuevas generaciones de médicos ven la medicina de otra manera. Creo que tienen más perspectivas de futuro que nosotros. Por eso lo del Hospital General fue tan importante. Nos ofrecía un horizonte completamente distinto, fruto de una concatenación de hechos que sucede de vez en cuando: una decisión de un político importante, contactar con un gerente que viene de Estados Unidos y llamar a un grupo de médicos que deciden empezar un nuevo proyecto. Aquí, el jefe del servicio y el «staff» del servicio estaban contigo, codo con codo. El hecho de que fuera dedicación exclusiva era muy importante. Ojo: se ofreció hacer medicina privada dentro del hospital. Era un modelo fantástico, y cada uno recibía la remuneración que se merecía. El «café para todos» me parece muy malo. Creo que con el tiempo se ha ido funcionarizando la profesión, y eso es negativo. Y quizá se está deshumanizando un poco la medicina, y a eso está contribuyendo la tecnología. El ordenador es una barrera entre el paciente y el médico.

SANDRA SÁNCHEZ GARCÍA (ovetense, residente de primer año): Estoy de acuerdo con que hay una cierta deshumanización de la medicina, relacionada con los avances tecnológicos. En muchas ocasiones le damos más valor a las pruebas diagnósticas que a hablar con el paciente o a dedicarle más tiempo. Lo bueno es que con los avances tecnológicos se llega a mejores diagnósticos y mejores tratamientos, pero habría que mantener el contacto con el paciente, lo que era antiguamente un médico de familia, un médico de pueblo. También veo muy importante el contacto entre las especialidades, llevar los casos en común. Al fin y al cabo, estás viendo a un paciente, que es una persona con una enfermedad.

JOSÉ PAZ JIMÉNEZ (ex jefe de Traumatología): El programa que en 1963 tenían otros hospitales no estaba tan estructurado como el que ofrecía el Hospital General. Aquí había varios puntos fuertes: trabajar con ilusión, participar en un proyecto novedoso, un gerente que sabía qué hacer y que contaba con excelentes colaboradores y grandes médicos... Asturias siempre ha tenido un nivel muy alto de medicina. Creo que lo que más nos llamaba la atención era participar en un proyecto ilusionante y que considerabas importante. Había mucha implicación. Trabajábamos con afán desinteresadamente, sin pensar si era mañana, tarde o noche. Los cirujanos nos ayudábamos mutuamente.

SARA GÁLVEZ GARCÍA (ovetense, residente de primer año): La gran diferencia que veo, con relación a lo que cuentan los mayores, es que estamos muy influenciados por la situación de crisis, el futuro laboral, el salario... Quizá es cierto que ellos trabajaban más de forma desinteresada, y sin embargo nosotros estamos preocupados por lo que nos pasará dentro de cuatro años, si nos bajan el sueldo, huelgas... Nos falta un poco apartar esos problemas, que no es fácil, e intentar salir bien formados. Quizá se percibe entre los médicos una cierta desmotivación, y creo que está relacionada con esta situación. Realmente se trabaja, y mucho, pero llega un momento en que ven que echan horas y horas para al final no ver una recompensa ni económica ni en forma de consideración social.

MARTA MORÁN HEVIA (ovetense, residente de primer año): Se nota un cierto desconocimiento de lo que es un hospital, mucha impaciencia. Mucha gente no es consciente de la carga de trabajo que se tiene. La lista de espera no es culpa de un médico. Un médico puede atender a un número limitado de personas. En radiodiagnóstico tenemos la suerte de librar después de las guardias; otras especialidades no pueden hacerlo. No es que el médico sea un vago; es que un médico que no libra una guardia no va poder dar una atención de excelencia.

JESÚS TOURIS: Quiero añadir sólo un detalle. Todo en esta vida tiene un origen, y a veces nos olvidamos un poco del origen. Y en este 50.º aniversario de la formación MIR la figura clave de todo fue José López-Muñiz, presidente de la Diputación Provincial de Oviedo. La sociedad asturiana y española estamos en deuda con una persona que hizo muchísimo por la medicina.

«En los inicios se trabajaba con afán desinteresadamente»

<José Paz Jiménez >

Ex jefe de Traumatología

«Elegí Medicina porque, sencillamente, me gusta ayudar a la gente»

<María Vicente Quílez >

Médica residente

«La profesión se ha ido funcionarizando, y eso es negativo»

<Juan Ramón Jiménez >

Ex jefe de Radiodiagnóstico

«Estamos demasiado preocupados por nuestro futuro laboral»

<Sara Gálvez García >

Médica residente

«Vivíamos en el hospital, teníamos dedicación exclusiva»

<Jesús Touris Nogueira >

Ex jefe de Ginecología

«La gente desconoce la carga de trabajo que hay en un hospital»

<Marta Morán Hevia >

Médica residente

«Es clave el contacto con el paciente y con las demás especialidades»

<Sandra Sánchez García >

Médica residente