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Asturias homenajea a Aurelio Suárez, el artista que pintaba pensamientos

El Bellas Artes abre una exposición a los 10 años de la muerte del singular creador

Gonzalo Suárez. Tras él, una de las obras de su padre, Aurelio Suárez. Luisma Murias

"El que crea ve distinto del que mira", dijo una vez Aurelio Suárez. El recuerdo de dos Suárez, de dos inmensos artistas, flotó ayer en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Se recordaba a Aurelio Suárez, a diez años de su muerte; y se recordaba a Antonio Suárez, que nos dijo adiós la pasada semana. Pinturas que se funden, biografías que se entrelazan. A Aurelio y a Antonio les unió "una grandísima amistad", en palabras de Gonzalo Suárez, hijo de Aurelio.

Lo de anoche y la exposición que se podrá ver durante tres semanas en el Bellas Artes es "un pequeño homenaje a un pintor de mundo singularísimo y personal", como calificó a Aurelio Suárez (1910-2003) el director del museo, Alfonso Palacio.

No fue la charla de Gonzalo Suárez un estudio sobre la obra artística de Aurelio. "No me atrevería ni a entrar en el porqué de la pintura de mi padre", alegó, a pesar de tantas décadas de convivencia "y de miles de conversaciones". Así que la charla fue biográfica, centrada en la persona más que en el artista, aunque la diferenciación sea poco menos que imposible a la hora de perfilar a un hombre con 7.000 cuadros a cuestas.

Y entre anécdotas y apuntes biográficos, Aurelio Suárez "habló" por boca de su hijo, que recuperó algunas de las entrevistas que su padre -poco amigo de ellas- concedió. "Pintar es representar graficamente lo que imaginamos, no es copiar la Naturaleza". O esta otra frase que va por el mismo camino: "Pinto lo que pienso, no lo que me rodea", porque Aurelio Suárez aseguraba ya en 1950 que todo lo que cruzaba por su cerebro "tiene posibilidades de representación". Es mucho decir.

"Pinto lo que pienso, no lo que me rodea", dijo también. Paisajes que surgían en el cerebro. "Su pintura era muy cerebral", afirmó ayer en el Bellas Artes su hijo Gonzalo. Una pintura donde no hay casualidades, planteada como ejercicio de libertad y en manos de la imaginación. "La imaginación todo lo puede, incluso hacernos creer que se pinta lo que se despinta", otra de las frases de Aurelio Suárez rescatadas ayer por la persona hoy viva que mejor lo conoció.

La exposición, junto a las obras de Aurelio Suárez que forman parte de los fondos del Museo, incluye dos vitrinas con objetos personales, que en algunos casos requieren explicación. Gonzalo puso sentido del humor cuando explicó el porqué de las pipas incluidas entre esos objetos cotidianos. "Mi padre tocaba la flauta, entre otros instrumentos; paraba y decía: voy a echar unas pipadas". Utilizaba picadura y tabaco diverso "y aquella mezcla era como meterse un soplete en la boca".

El mundo de Aurelio Suárez da para mucho más de lo que se ha escrito, no siempre con el suficiente rigor. Hay malentendidos curiosos, como aquel que proclamaba que Aurelio Suárez nunca tuvo carnet de conducir... ¡ni carnet de identidad!

La charla contó con música de flauta en directo a cargo de Pablo Paniagua. Nueve óleos y once guaches componen lo esencial de la exposición del Bellas Artes. Una mínima muestra de un artista inabarcable.

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