Teresa Perales puso un vídeo. El de la final de los 100 metros libres en los Juegos Paralímpicos de Atenas. Nadaba a su izquierda una ucraniana, que salió como una bala; a su derecha, una francesa, también siempre por delante. La nadadora española cedía terreno y a 25 metros de la meta muchos habrían firmado la medalla de bronce.
Ganó el oro. Por centésimas. Ayer, la deportista con mayor número de medallas en los Juegos Paralímpicos (veintidós) a lo largo de toda su historia recordaba en Oviedo aquellos momentos: "Ésta es mi calle, me dije. Y en mi calle compito. Tengo que llegar primera, soy yo y tengo que tirar para adelante. Nadar y no distraerme, apretar los dientes y ganar".
En esa frase se esconde todo un personaje que ayer dio una conferencia motivadora y llena de optimismo inteligente, invitada por la Asociación de Centros Geriátricos del Principado de Asturias (Ascege), en el hotel de la Reconquista, adonde quizá muy pronto vuelva como premio "Príncipe de Asturias".
"¿Cuántos de vosotros pensasteis que perdía?", preguntó al auditorio en referencia al vídeo. Unos cuantos, claro. "El secreto es que no te puedes rendir. Desde fuera nos llegan muchas piedras, en el camino hay mucho bache, pero el compromiso verdadero siempre es contigo mismo".
Zaragozana (1975), Teresa Perales está en silla de ruedas desde los 19 a causa de una neuropatía. Su historia personal de superación tiene algo de épico. Cuando se metió por primera en una piscina, tras la enfermedad, lo hizo con chaleco salvavidas. No sabía nadar. Al segundo día se quitó el chaleco y alguien se dio cuenta a pie de piscina de que allí había algo y muy gordo. "Recuerdo que me dijo: "Teresa, tú eres un diamante en bruto que hay que pulir"".
El resultado, tras los pulidos correspondientes, son veintidós medallas paralímpicas -seis de oro-, otras veintidós en Campeonatos de Europa, once en los Mundiales y cinco récords del mundo.
"Todos somos diamantes en bruto. ¿Os preguntasteis alguna vez las capacidades que hay dentro de vosotros?", aunque no sirvan para ganar medallas olímpicas, reflexionó esta mujer menuda, de sonrisa eterna, maña y capricornio..., por tanto, tenaz hasta la extenuación.
Lleva cuatro Juegos Paralímpicos y ya piensa en Río de Janeiro. Le hace falta una medalla, una, para superar el récord de Michael Phelps, "pero Río es más una ilusión que una obsesión. Para Londres 2012 me dediqué sólo a entrenar, ahora no lo voy a hacer. Cada etapa deportiva tiene su momento. Mi sueño ya no es ganar seis medallas".
Perales, que ha puesto en marcha una empresa de "entrenamiento mental", ayudas individuales y en grupo, reconoce que "vivir en silla de ruedas no es cómodo, pero ofrece algún aliciente. Es como la magia de descubrir las cosas por primera vez. Mi hijo tiene 3 años y descubrimos cosas juntos, es alucinante. No cambiaría la vida que he tenido hasta ahora". Así que la silla de ruedas le ofrece "una nueva perspectiva que tiene que ser más física que mental".
Su charla fue todo un alegato contra las etiquetas: "Recuerdo las primeras veces que salí a la calle en silla de ruedas. La gente se echaba las manos a la cara como exclamando: "¡Pobrecita!"". Y un alegato contra el autosabotaje, peligroso y corrosivo: "El caer en la tentación de "esto no es para mí" o "no voy a ser capaz de", vivir en el valle de las excusas, en el mundo de los "es que...". Con los "es que..." uno siempre tira por el camino más corto en el que por regla general nunca aprendes nada".
Otra cosa es el éxito. "Nadie te lo garantiza, pero merece la pena intentarlo. Se podría decir en términos baloncestísticos que el cien por cien de los tiros que no lanzamos son canastas fallidas".
La fórmula podría ser: "Piensa, sueña, cree en ello y atrévete. Es maravilloso soñar, hay que permitirse el lujo de hacerlo. Y a veces la realidad supera todos tus sueños", aseguró Teresa Perales.
